"Es mejor estar que no estar” fue la respuesta del presidente Uribe cuando José Félix Lafaurie y su esposa, la aguerrida María Fernanda Cabal, fueron a consultarle sobre la pertinencia de que el presidente de Fedegan aceptara la convocatoria de Petro para, en nombre del gobierno y en representación del gremio ganadero, participara en las sempiternas conversaciones con el grupo guerrillero eleno.
Ahí está, como mosca en leche, una voz entre un ciento de sordos, en medio de los fanáticos de la contraparte y de los adoctrinados del gobierno, todos en la tarea de facilitar al petrismo su afán de conseguir “la paz total”, vana ilusión por la que sin éxito navegaron los últimos presidentes, incluido Uribe que lo logró con el paramilitarismo, claro, en medio de un manejo de mano dura, no en medio de un complaciente y hasta cómplice tratamiento.
Nadie mejor que Lafaurie para tan amarga tarea. Como diplomático y canciller que fue, además por su talante Caribe, posee la experiencia y las calidades para desempeñarse con lujo sin flaquear en sus innegociables principios. Godo hasta los tuétanos, seguro llegó con una gran carga de Fenotiazinas para contrarrestar el poder emético de semejante grupo, en el que Iván Cepeda luce como el más digerible. Y parece ser que, pese a encontrarse en franca minoría, actúa como catalizador de los desmanes que sin rubor alguno ciertos personajes proponen.
Los tiempos son, claro, los que acostumbran los elenos, largos y eternizados, aunque esta vez los justifican con metodologías y procesos con algún sentido. El caso es que por lo menos hay un cronograma supeditado a cumplimientos de las partes y verificaciones esos terceros que siempre posan de imparciales.
Y también se plantea la participación de ciudadanos esta vez no escogidos por los elenos sino seleccionados conjuntamente. Se habla además de regionalización, que ojalá al Caribe lo dejen por fuera o de último, porque implica la llegada de malandros a escoger partícipes.
Nadie les cree, y se supone que Lafaurie tampoco, aunque debe contra viento y marea seguir allí, no sólo como freno a los desvaríos, sino porque una renuncia tiene que obedecer a algún acontecimiento muy grave y evidente, y sería plantear ése enfrentamiento violento al que Petro nos quiere llevar.
Coletilla: Iván Name se les atravesó y se hizo elegir dizque por la política tradicional, como si ello no fuera un elogioso reconocimiento a su trayectoria. Nos recuerda al gran José Name, fallecido líder gran componedor, y de una sola pieza.
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