Una página completa y varias columnas dedicaron los periodiqueros de El Tiempo a su amargura incontenible porque Ramón Jesurún lleve tanto tiempo como presidente de la Federación Nacional del Fútbol. Falsamente indignados piden su salida, pero no por el absurdo episodio, sino porque no soportan, ni que un barranquillero presida con evidente éxito el deporte que más mueve al país, ni que la sede sea aquí. Desde su posesión comenzaron a atacarlo, pusieron el grito en el cielo (aún no se resignan) cuando Barranquilla fue determinada como “La Casa de la Selección”, chillaron porque se iniciaron las obras para que la sede se construyera con todos los hierros, se retuercen cada inicio de eliminatorias: que el Campín mete más gente; que si la selección perdía era por el clima que derretía sólo a los nuestros; y así, nunca perdieron papaya para caerle a Barranquilla, y sobre todo a Jesurún. Creen estar aún en épocas en que los diarios capitalinos a su antojo ponían y quitaban ministros y hasta presidentes.

No, señores periodiqueros centralistas. El fútbol es algo muy serio y no se va a dejar influenciar por envidias y resquemores anti regionalistas. Muchos han padecido desde la propia inmigración la arrogancia de guardas y empleados de nivel medio en USA; aunque esta vez la del desubicado guardia que no le dio la gana de leer el carnet estaba exacerbada por el salvajismo de los vándalos, cosa que los periodiqueros ni mencionan, para poder ensañarse en reprobar la natural reacción filial de Jesurún.

Ninguno ha pedido con tal vehemencia que se juzgue y expulse a los vándalos que se creyeron en la “primera línea” petrista confiados en que, tal como aquí, saldrían impunes. La mayoría debe tener visa, o algún permiso o estar desempeñando alguna actividad. Lo que el país y los medios deben pedir es ejemplar castigo para ésos verdaderos culpables que nos hicieron quedar mal, en vez de buscar quitar la sede a Barranquilla, y de rechazar los odios y personales deseos de sancionar a quien aquí lo hace bien, ignorando los éxitos obtenidos por su gestión.

El otro rechazo es para los traidores de la Cámara de Representantes. Mientras el Senado acierta eligiendo a Efraín Cepeda, en la Cámara se impuso la felonía. El país esperaba que todo el antipetrismo apoyara a la sensata Katherine Miranda para neutralizar los desmanes de Petro, pero otra vez surgieron los partidos y representantes vendidos que votaron por el candidato petrista. Ellos serán culpables de Fast Track, constituyente, y todos los desvaríos que presente el gobierno.

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