Petro es avezado en el manejo de los parlamentarios. No en vano lo fue durante muchos años. Cuando había que comprar en billete contante y sonante lo hizo, utilizando, claro, el presupuesto, sin inmiscuirse sino impartiendo instrucciones a sus funcionarios más cercanos que tenía ubicados en las estratégicas dependencias facultadas para contratar sin mayores controles y, aunque terminaron reventándose y contando los detalles de la compraventa, ya los resultados se habían dado, la operación estaba hecha, así que las investigaciones quedaban en manos de las autoridades pertinentes, léase la nueva fiscal de bolsillo. Como siempre, nada pasará.

Develada la trama, la única moneda de compra era la burocracia, tan apetecida por los políticos, entonces anunció cambios en el gabinete ministerial lo que servía para estimular los apetitos, quedarían disponibles varias carteras con todos sus institutos y arandelas adjuntas, era como mostrar al hambriento un manjar. Procedió, entonces, a negociar. No podía dejar que terminara la legislatura sin que se le aprobaran algunos proyectos ni prosperaran ciertas censuras. Además, la cosa servía para que, al inicio de la nueva legislatura, estuvieran todos con la carabina al hombro esperando turno para batear. Para señalar que la cosa iba en serio, sacó a Velasco por la puerta de atrás. El tipo sudó la camiseta, puso a funcionar su amplia experiencia en acuerdos y conciliaciones, hizo su tarea nadando contra la corriente, pero a Petro no le importó, no le importa nada distinto a él mismo, así que seguro después lo nombrará en uno de ésos cargos diplomáticos, que los hay por montones o que se pueden inventar. Igual hizo con el de Justicia, a quien de una le nombró reemplazo, una llave que no pudo elegir como fiscal.

Así que le quedan por lo menos cinco ministerios más, y no hay mucha competencia pues ni Cambio Radical ni el Centro Democrático van a negociar sus principios y, los godos, que ojalá elijan a Fincho como presidente del senado y pueda desde allí aconductar tanto godo negociante que encabeza el petrista Trujillo. Gaviria, el más falsete, se está relamiendo, los verdes de la línea petrista saben que algo les tocará, y Clara Luz Roldán y el ex registrador Álex Vega, dueños de la “u” andan en rebatiña pidiendo lo suyo.

Empero, Petro no suelta prenda, sabe que no se debe precipitar, estimula la demanda, aún no entrega nada para ninguno, y tampoco lo hará por ahora, lo que indica que traidores y vendidos, tan curtidos ellos y tan desconfiados, se vendieron al ¡“fiao”!

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