Bien por Rosa Cotes, está dejando huella. Su propuesta sobre la solución de un absurdo (aunque sea en el primer tramo y solo traslada el embudo) es un inicio y un ejemplo a seguir de iniciativa local en este país de los absurdos, que en la nación los conviven, los conservan, y hasta los estimulan, sobre todo cuando se trata del Caribe que, si es tema de obras públicas, peor. Hemos tenido ministros en el sector pero, con la única excepción de Humberto Salcedo Collante, ninguno se ha caracterizado costeño, ni ejecutó para nosotros nada importante. Desempeñan el cargo, dan pantalla y punto. No dejan huella.

Para nuestras vías nunca hay plata, o no alcanza. Pese a que allá, al revés que aquí, es mucho más caro, pues en montaña la distancia terrestre entre dos ciudades es en el mejor de los casos el triple de la distancia aérea, o sea, triple longitud de vía, explosivos, muros y arandelas, no les importa, no nos hacen vías. Y cuando es para nosotros la obra siempre es muy costosa.

Es que para hoy y mañana programan dos importantes reuniones para impedir atropellos sobre la materia: el atropello a las comunidades de Caujaral, Villa Campestre, Ciudad del Mar y Country Villas; y el atropello a toda la comunidad y la economía caribe. El nuevo puente sobre el río Magdalena contempla dos calzadas de tres carriles cada una. Estupendo. Pero una vez rebasado, la continuidad de la vía Barranquilla – Ciénaga aparece con la actual única calzada, en absurdo embudo. Y la mal llamada Circunvalar de la Prosperidad, una vez rebasa la autopista a Puerto, en absurdo trazado atraviesa sectores y barrios, y hasta plantea demoler la parroquia de dichas comunidades.

Podría pensarse que es fácil resolver el tema, de buenas porque tanto la ministra de Transporte, Ángela Orozco, como el director de la ANI, Kleyn López, son oriundos de Barranquilla. Pero no. Surgen entonces los genios cachacos, tanto del concesionario (por cierto, malos diseñadores) como de los entes rectores, a poner toda clase de trabas, que el medio ambiente, que son inviables las alternativas, que costosas, que no hay plata. Lo peor, Orozco y Kleyn se dejan engrupir, y ellos mismos plantean absurdas soluciones, se declaran impotentes, se confiesan sin talante para imponer el sentido común, y públicamente y sin rubor dicen aquí que nada se puede hacer.

¿Costosas? Costosas e inútiles son las mil y una obras que adelantan en el interior del país, que ejemplos hay muchos. No, distinguidos coterráneos. Siempre hay plata y fórmulas para financiar. Desde ampliación de términos de concesión, pasando por los consabidos traslados presupuestales y hasta créditos. El problema no es de plata, sino de decisión e ingenio. Y de representatividad. No están ahí por sabios, sino por costeños. Claro, costeños con bagaje. Pero parte del bagaje son el talante y las posturas firmes en defensa de la región, de su gente y del sentido común.

Es que a los cargos públicos no se llega a simplemente desempeñarlos para después exhibir el “ex”. Se llega para dejar huella.

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