La dimensión de la crisis me la dio un amigo: “si lo que ocurrió hubiese sido causado por un hack malicioso, probablemente sería el más grande de la historia, pero en cambio fue una actualización de una empresa de ciberseguridad.” Dicho en otras palabras, si el caos causado por los miles de vuelos cancelados, cientos de miles de clientes insatisfechos y miles de millones de dólares perdidos, fueran culpa de un intento de saboteo, este sería el más exitoso del que se tenga noticia. Fue un fallo tecnológico global con las principales afectaciones en EE. UU, Europa, Asia y Australia y que aún no termina.

Esto ocurrió la semana pasada cuando Crowdstrike – una empresa americana de ciberseguridad – lanzó un update de uno de sus softwares más importantes llamado Falcon y la interacción de este programa con Windows terminó en que más de 8 millones de computadores en el mundo terminaran en la famosa pantalla azul de la muerte. Lo complejo, y la razón por la cual una semana después siguen presentándose problemas, es que cada uno de esos computadores ha tenido que ser arreglados de manera manual y tortuosa por los equipos de TI de las empresas.

El cálculo del costo monetario de este incidente tecnológico, solo para las compañías que hacen parte del Fortune 500, supera los US $5 mil millones, con casi $2 mil millones en pérdidas para el sector salud y más de mil millones tanto para el sector bancario como para el de transporte aéreo. El caso más visible y devastador fue el de la aerolínea Delta, que tuvo que cancelar casi 5 mil vuelos, un tercio de los que hace, en tres días.

Para los líderes de tecnología en las empresas y gobiernos esta es una gran oportunidad para revisar la preparación que tienen para una falla generalizada. Hacer pruebas de escenarios de crisis y desarrollar planes de continuidad se vuelve indispensable para cualquier institución que haya visto los efectos de una caída como esta. Especialmente teniendo en cuenta que, con el boom de servicios empresariales de inteligencia artificial, la probabilidad de fallas asociadas a la interoperabilidad entre sistemas se proyecta que aumente de manera sustancial.

Más allá del tema netamente de negocios, este evento ha puesto de plano lo dependientes que son las personas y corporaciones de sus tecnologías y, más aún, lo vulnerables que somos frente a unas crisis que afectan aeropuertos, hospitales, bancos y otros servicios críticos de la vida cotidiana. Tendremos que prepararnos para responder con agilidad, flexibilidad, resiliencia y como vimos esta semana, en ocasiones con mucha paciencia.

@RPlataSarabia