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Opinión

Sin identidad

Hemos protegido la salud mental durante la pandemia estimulando la cercanía y el contacto social.

Una familiar de Sahagún llamó exaltada: “Por fin, llegó el tate quieta pa el Alzheimer”. Se refería al nuevo medicamento aprobado por la FDA (Administración de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos) que con bombos y platillos se ha anunciado. La “cura” de este colosal problema degenerativo cerebral que afecta a 50 millones de personas en el mundo. Se presentó una droga, Aduhelm (aducanumab), que actúa como un disolvente que tumba la paredilla del aislamiento neuronal al separar los ladrillos amiloides que conforman ese muro. Se habla de informes precipitados, sin solidas evidencias médicas y seguimiento en su uso. Para colmo, unos costos absolutamente exagerados: US$ 56.000 año y US$ 500.000 de por vida. La autorización de la FDA habla de “razonables resultados”. Hay una razonable duda: los informes cognitivos cuando el patio neuronal no tiene cerca.

Por otra parte, hay un ensayo social cerca de un pueblito de Ámsterdam que me pareció original y comprensible. Se construyó una aldea y allí alojan 70 enfermos con Alzheimer. Dotada con todo lo que puede tener una vereda. Desde supermercados hasta bares, discotecas y cines. En fin, los habitantes de Villa Demencia, tiene cuidadores y guías para que dentro de su estado confusional los inquilinos puedan llevar una vida normal. Quizá no recuerden la película que vieron, pero disfrutaron las escenas románticas. No recordaran de que hablaron, pero gozaron la cerveza que tomaron la tarde anterior con el amigo. La demencia al igual que la vejez no pueden ser un impedimento para que la gente disfrute las relaciones, la vida social activa es el mejor medicamento.

Es una especie de isla urbana para garantizar la seguridad de sus huéspedes, pero en su interior una pequeña ciudad. Un mundo lo más parecido al real, y unas medidas que ofrecen seguridad para proteger a los ocupantes con demencia. ¡Sensacional Villa Demencia! En sus apartamentos viven 6 pacientes con el cuidador. Pueden los enfermos caminar y moverse dentro del conjunto. Lo cierto y debe quedar claro: no hay una cura para el Alzheimer. Pero si podemos alejarlo si teniendo en cuenta los antecedentes y llevamos: una dieta sana, actividad física regular, control de peso y esto: aprendizaje permanente. ¡Ilusión y proyectos, aunque no los alcancemos a realizar!

Hemos protegido la salud mental durante la pandemia estimulando la cercanía y el contacto social. La virtualidad es la plataforma cómplice para que nuestras relaciones sociales no se enfríen y mantengamos esos vínculos de familia y amistad. Los aforos hay que cumplirlos, estrictos. Pero la intimidad de nuestra familia no la podamos perder y esos doce apósteles del apego deben estar presentes. Nadie sabe y menos con las nuevas mutantes del virus, cuando será nuestra última cena.

Villa Demencia, suena innovador y bucólico. Nuestros idílicos pueblos no pueden caer en el primer síntoma de la demencia: la falta de memoria. Sahagún, por ejemplo, conocido por unos personajes que han lesionado su imagen y el hogar de muchos cordobeses no debe recibirlos como los hijos pródigos. Ellos no se alejaron para independizarse, la justicia los encerró por los ilícitos cometidos. Colombia en el 2022, recordando los hechos que hoy sufrimos no puede comportarse como “Republica Demencia”. ¡Hay que castigar los incendiarios con el voto y evitaremos así convertirnos en nación fallida!

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