Viaje por una carretera en el caribe y notará que el 70% de los conductores de motos no llevan el casco puesto. Qué decir de sus pasajeros: muy pocos lo tienen disponible. Ignoran los estudios: los cascos reducen el riesgo de traumatismo craneoencefálico en alrededor del 69% y la muerte en 42%. De cada 10 accidentes de moto se evitaría la muerte en 4 si llevaran el caso puesto. Si se transporta en moto tiene 15 veces más posibilidades de sufrir un accidente de extrema gravedad. El casco es el único elemento de protección cerebral capaz de prevenir dos de cada tres lesiones cerebrales durante un siniestro. Torpe no utilizarlo. Reduce el impacto de golpe sobre el cráneo y la lesión sobre el cerebro.
El uso del casco es obligatorio tanto para el conductor como para el acompañante (artículo 118, Ley de Trafico). En la medida que nos alejamos del perímetro urbano más relajados son los protocolos sanitarios. Si los conductores entendieran que el 51% de todos nuestros muertos en accidentes viales son por accidentes de moto, tendrían dosis extra de autocuidado y disciplina social. Si no utilizan el casco, mucho menos el chaleco como prenda reflexiva para mejorar la visibilidad y disminuir el riesgo de arrollamiento.
Pero vamos a presumir que el conductor tuviese casco y chaleco. Como serían las condiciones de higiene de estos elementos cuando se usan de pasajero en pasajero sin medida alguna de aseo. Pensemos en la talla del casco, uno que baile en la cabeza del pasajero no protege. Sin protocolos sanitarios en su limpieza, se convierte en carga adicional al impacto en la salud de este mecanismo de transporte. Complicado este negocio que mueve miles millones de pesos día y casi 950 mil conductores.
De los 15 millones de vehículos que integran el parque automotor en Colombia, el 57% son motocicletas. Hay tiendas que la entregan solo con la cedula. Es un respiro fugaz al desempleo y permite oxigenarse en la efímera economía del rebusque. Pero más grave es el prontuario de ligerezas en el comportamiento de nuestros motociclistas. Las licencias, los requisitos, el SOAT (los que presentan la mayor evasión) son documentos que solo existen en la retórica de los reglamentos.
El mototaxismo es un transporte de alto riesgo que se necesita ordenar. Lo primero: la educación, medidas simples pueden evitar los comportamientos peligrosos que producen tantas secuelas en el bienestar y seguridad de los parrilleros y sus familias. Un daño al cerebro tiene grandes repercusiones y si sobrevive puede dejarle incapacitado de por vida. Lo segundo: normatizar, pero cumpliendo los requisitos. Este transporte masivo calificado de ilegal se ha enraizado profundo en la mentalidad de los jóvenes de nuestros pueblos que ya es una opción de vida. Hay que ofrecer otras alternativas, el 50% de los conductores no ha terminado bachillerato. Tercero: inspecciones en nuestras carreteras para exigir la documentación al día. Las licencias y sus reglamentos, curso de inducción, informe del riesgo hacen parte de la pedagogía vial que tanta falta nos hace. Mientras esto llega con marcha parética la plataforma PICAP asciende vertiginosamente y son cada vez más los colombianos que la utilizan.