A pesar de todas las ‘maldades’ que me ha hecho mi adorada copiloto, el Día de la Mujer le di un bello regalo. Estuve a punto de brincármela y no darle nada, pero me remordió la conciencia, porque a pesar de todo lo que me hace, tiene sus cosas buenas. Si yo les contara se desplomarían como Condorito, pero ahí va la última. Ya les conté que en casa yo tengo “mi cuarto”, no para dormir aparte, sino para guardar todas las cosas de mi afecto que no puedo tener regadas porque en uno de sus arrebatos del Fen no se qué de los chinos, dizque hay que renovarse de vez en cuando y se le dé por botarme mis objetos queridos y eso sí que no me lo aguanto. En ese cuarto tengo mi escritorio, del cual les hablé, además de la ‘chiva’ María Modelo, dos cerditos de barro que son alcancías y uno de caucho que cuando lo aprietan hace “oinc, oinc”. Tengo 4 bolitas de uñita, 2 trompos de guayacán, una carrucha de checa de gaseosas Kist, una honda y otras cosas que me recuerdan mi niñez y son sagradas para mí. Pues resulta que la semana pasada casi me desplomo cuando me topo a mi adorada copiloto agazapada en mi cuarto empacando mis chécheres en una enorme caja de cartón, dizque para “hacer limpieza”. Cuando se vio cogida in fraganti se puso pálida, se le cayeron los juguetes al suelo, tropezó con la caja y casi se cae. Los cerditos parecían correr por el piso, la chiva fue a templar debajo de un sillón y las bolitas de uñita rodaron hasta la sala.

Fue un total desbarajuste y me dio tanto pesar verla tan ofuscada que decidí darle regalo el Día de la Mujer. ¡Qué caray!, pensé: ella es muy buena y se lo merece, y además: lo cortés no quita lo valiente.

Antonioacelia32@hotmail.com