Ojo con el 2022” fue un trino del expresidente Álvaro Uribe que, como muchas de sus opiniones, generó un debate alrededor del mensaje enmarcado en las elecciones colombianas del próximo año. Sin embargo, a mi juicio, lo que vaticinó el exsenador y jefe natural del Centro Democrático fue la gobernanza de la región en ese año.
Con los resultados de las elecciones en Ecuador donde ganó la derecha representada en un banquero como Guillermo Lasso, quien derrotó a un novel aspirante, entrenado y patrocinado por el expresidente exiliado y populista Rafael Correa, la frontera sur de Colombia al final del mandato de Iván Duque puede respirar tranquila. Los ecuatorianos son vecinos importantes pero en nuestro país no hemos sabido valorarlos en su plena dimensión.
Hay una relación comercial muy fuerte por el tipo de moneda que circula en ese país: el dólar. El almacén de una cadena de línea blanca que más electrodomésticos vende en nuestro país está ubicado en Ipiales, Nariño, a tan solo 24 minutos de Tulcán. El intercambio de productos va de ida y vuelta y por estos ejemplos, un nuevo buen amigo en el sur es conveniente para el cierre y apertura de cualquier gobierno.
Más abajo, en Perú, las cosas pintan más complejas para el 2022. El fenómeno político del momento es un profesor de izquierda radical que se referencia por un enorme sombrero de ala ancha, siempre va con un lápiz y llegó a votar montado en un caballo. Pedro Castillo ganó la primera vuelta con 19.1 por ciento del total de los votos.
El líder del movimiento Perú Libre se identifica abiertamente con el marxismo, antes del domingo pasado tenía 3 mil seguidores en twitter, era un completo desconocido en Lima y propone refundar la nación por medio de la convocatoria de una Asamblea Constituyente para reformular el modelo económico.
La retadora será Keiko Fujimori quien, con el solo apellido y su tercera aspiración a la Casa de Pizarro, genera todo tipo de reacciones. Ser la hija de un expresidente preso y haber sido protagonista de grandes escándalos la convierten en presa fácil de los ataques en un país que en los últimos cuatro años tuvo igual número de presidentes en ejercicio. Ojo, el crecimiento económico de ese país fue uno de los únicos que evitó el negativo en su desarrollo en 2020 y tiene una expectativa de 10 por ciento de incremento en su economía, claro está sí supera su crisis política.
Según las últimas noticias llegadas de otro país fronterizo, el expresidente brasilero Lula Da Silva, recuperó sus plenos derechos para poder aspirar de nuevo a la presidencia federativa del Brasil. La pésima gestión sanitaria de Jair Bolsonaro luego de cambiar seis veces de ministro de salud, puede enfrentar a un “Lulinha” victimizado en materia política y con una nostalgia de los recientes buenos tiempos a los que llevó a la potencia latinoamericana cuando ocupó dos veces Plano Alto.
Se mueve el barrio en el 2022.