Ni “Septimus” en sus 394 columnas de La Jirafa escritas para este diario habría imaginado que la Asamblea número 61 del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) iba a ser la primera virtual en su historia, la primera que dirige un norteamericano como director general, ni la primera que iba a despedir al único colombiano, Luis Alberto Moreno, que ejerció el más alto cargo de esta institución. Pero además, que Barranquilla iba a ser la sede de todas estas primicias. En 1959, cuando se funda el BID, la realidad de la “Puerta de Oro” y de Colombia eran bien distintas como para que García Márquez (Septimus) pudiera imaginar que 62 años después tanto su querida Barranquilla como Colombia fueran a ser la sede de la Asamblea del 2021.

En 1959 Fidel Castro acababa de entrar victorioso a La Habana. Colombia estrenaba el primer presidente del acuerdo bipartidista, Alberto Lleras Camargo. El Frente Nacional comenzaba a garantizar la supervivencia de la nación de una de las decenas de violencias por las que ha atravesado el país. La reina del carnaval era la bella escritora, colega de Gabo en el Grupo de Barranquilla, Marvel Moreno. La ciudad carecía de impulso financiero fuerte para enrutar su desarrollo. Pobreza, materias primas que se obtenían de zonas adyacentes y no se veía ningún tipo de planeación pensada a largo plazo. Un ejemplo era su menguada comunicación terrestre. El tren tenía un tramo sin construir y el río iniciaba su modernización porque algunos trayectos carecían de conectividad.

Mientras esto ocurría en la Costa Atlántica colombiana, en Washington DC se creaba una institución multilateral con las características a la medida de los requerimientos de la capital atlanticense. El banco nació con el propósito de financiar proyectos viables de desarrollo económico, social e institucional y promover la integración comercial regional en el área de América Latina y el Caribe. La suerte no existe, lo que provoca que ese hecho supersticioso se produzca es la fusión entre la preparación y la oportunidad. La ansiedad de los barranquilleros por compartir con el país y el mundo su visión de sociedad provocaron una explosión en materia económica, social, deportiva y cultural para que más de medio siglo después pudieran concurrir 48 países miembros y observadores de esta entidad internacional a constatar por qué este rincón caribe merece ser el centro vital de una apuesta que se concreta en créditos para la navegabilidad del río Magdalena y para la creación de empleo por medio de la financiación de proyectos ambientales que ascienden a 250 millones de dólares, siendo este el desembolso más alto que se le otorga a una ciudad en Latinoamérica.

Colombia tiene 100 ciudades con más de 100 mil habitantes. Barranquilla es el ejemplo de saber aprovechar esta característica y poder tener “una segunda oportunidad sobre la tierra”.

@pedroviverost