Los recientes sucesos de corruptela son muestra de una tradición corrupta nacional de los “últimos 200 años” que nos catapulta como uno de los Estados históricamente más corruptos del planeta.
Reficar, saqueó las arcas públicas de la Refinería de Cartagena por más de $ 5 billones; Saludcoop, se robaron alrededor de $1,4 billones; ‘El cartel de la hemofilia’ se tumbaron $86 mil millones en los departamentos de Bolívar, Caquetá y Córdoba, en tratamientos y pacientes ficticios; Interbolsa, $300 mil millones de pesos robados; “El Carrusel de Contratación de Bogotá” le costó $2,2 billones a los capitalinos; Saqueo a la Universidad Distrital Francisco José de Caldas por valor de $11 mil millones de pesos; Dian, “Los Ambuila” con Omar Ambulia a la cabeza, Jefe del Grupo de Control de Carga de Buenaventura, no escatimó en mostrar lujos en Colombia y Usa, producto del hurto del fisco; “El Cartel del Sida” esquilmo las arcas públicas con $210 mil millones de pesos, tratamientos para pacientes inexistente e incluso ya fallecidos; El ‘Cartel de la Toga’ cuyo principal cabecilla fue paradójicamente, el Jefe de la Unidad Anticorrupción de la Fiscalía; Luis Gustavo Moreno; y, en 2015, año de los XX Juegos Nacionales y IV Juegos Paranacionales, en Ibagué, según la Contraloría General de la República, se extraviaron alrededor de $66 mil millones, dejando como elefantes blancos escenarios deportivos. Necesitaríamos mucho espacio para los casos.
Infortunadamente para las generaciones pasadas, presentes y futuras, el panorama de corrupción parece no desaparecer. Inclusive, especialistas connotados y otros no tan ilustres, unos y otros opinadores, consideran que el comportamiento corrupto de un gran sector de la sociedad es un asunto cultural, otros, inclusive, estiman se trata de un tema de consanguinidad del colombiano.
En todo caso, sin duda, viejos, jóvenes y niños, por haber sido testigos de rimbombantes hechos gubernamentales de corrupción, durante todos los gobiernos sin excepción alguna, sucedidos en el discurrir de sus vidas, pueden exclamar sin hesitación: ¡Colombia, la Corrupción de tu vida.!
Un problema social explicado desde la carencia de formación familiar en valores éticos y morales, cohonesta la corrupción, como lo hace el gato “bajo la alfombra”, siendo aceptada tácitamente en todas las esferas de la sociedad colombiana.
“A mis Espaldas” es la justificación del implicado en severos actos de corrupción. Tal vez, es la excusa que como eje transversal se presenta en todos los casos de corrupción que cíclicamente se presentan gobierno tras gobierno, en un ciclo macabro que no tiene fin ni muestra luz al final del túnel. ¡Colombia, la corrupción de tu vida! ¿Qué haces tu para detenerla?