Para escribir mi columna de cierre de 2023, no me voy a unir a las voces de las viudas del poder que respiran por la herida de haber perdido la teta del erario. Tampoco me uniré al improductivo nuevo deporte nacional de: “aniquilemos irreflexivamente al gobierno”, mucho menos seré defensor a ciegas de un gobierno con muchísimos desaciertos.
Ni lo uno ni lo otro, prefiero correr el riesgo de ser objeto del macartismo, que apabulla sin misericordia a los colombianos quienes hemos decidido, la independencia de la manía estrategia de alienación de incautos en un espectro: izquierda, centro y derecha, cuando precisamente todos con “T” mayúscula son responsables que Colombia sea uno de los países del planeta con mayor desigualdad, corrupto hasta la médula y permeado por el narcotráfico.
1.- La cuestión económica. Sin duda, los pésimos indicadores de gobiernos anteriores, los estragos de la pandemia, la recesión económica mundial, la improvisación de la política macro y microeconómica, de un gobierno que pareciera haber tomado al país como un tubo de ensayo, se conjugaron para crear una inseguridad de mercados, y propiciar otra recesión económica. Ahora, en un gobierno de izquierda, ayer de derecha y antes de centro, todas históricamente con dos actores comunes: 1.- La misma dirigencia corrupta. Y, 2.- Un pueblo que paga las consecuencias del saqueo de las arcas públicas.
Entonces, el reto del gobierno del presidente Petro es la reactivación económica en 2024.
2.- La cuestión de políticas públicas. Nadie distinto a la dirigencia política ha sido responsable de los indicadores de pobreza que históricamente nos han correspondido. Los presidentes y congresistas enquistados en el poder se rasgan las vestiduras evadiendo su responsabilidad. La aprobación de políticas públicas debe estar impregnada de una gran responsabilidad social del congresista y no permeada como consuetudinariamente ha estado, gobierno tras gobierno, por la mermelada.
El gran desafío, es para la clase política, para que haga un mea culpa que conduzca a las grandes transformaciones estructurales que requiere el Estado Colombiano, más allá de cualquier miramiento politiquero. Pues es claro que la gente está hasta la coronilla del abuso al que se ha sometido por su dirigencia.
3.- La cuestión democrática. El 29 de octubre ganó Colombia con las elecciones de autoridades locales, frente a todo pronóstico de mala leche, los ciudadanos eligieron dentro de un sistema democrático que busca la materialidad de los derechos y garantías democráticas ciudadanas.
La gran apuesta es por la transparencia de los procesos electorales, su transformación estructural, normativa y elevar el nivel de cultura política.