El sistema de gobierno democrático tiene varios indicadores, los cuales por si solos representan una formalidad distante de la democracia material como sistema de gobierno ideal.
Por ejemplo, las elecciones universales y periódicas, no son solamente indicativas de una democracia. Pues, los gobiernos dictatoriales tienen elecciones, pero no tienen democracia. Es decir, hay elecciones bajo la manipulación de los órganos electorales y el cercenamiento de las garantías a la oposición política, circunstancias particulares que propician en apariencia un sistema democrático.
Otro aspecto fundamental de la democracia es la separación de poderes públicos. Cuando el ejecutivo copta los poderes legislativo y judicial, es el más claro indicador de que nos encontramos frente a una dictadura.
Tal circunstancia desaparece el sistema de frenos y contrapesos del sistema democrático. Sin embargo, las garantías de la oposición, el ejercicio de las libertades publicas y derechos, son para la democracia lo que la vida representa para el ser humano: vitales.
Siendo, así las cosas, los ciudadanos tenemos la obligación con nosotros mismos y con nuestras futuras generaciones, de elegir solo a los mejores a través de procesos democráticos legítimos. Porque la esencia de la democracia es la legitimidad con que los mandatarios llegan al poder a través de procesos democráticos transparentes.
En problema de legitimidad del poder político en la democracia del hemisferio nos lleva a repensar los procedimientos y controles democráticos. No puede seguir haciendo carrera que el narcotráfico y la corrupción administrativa sean las fuentes de financiación de las campañas políticas.
Según el Banco Mundial la corrupción se explica como resultado de la captura del Estado, “La acción de individuos, grupos o firmas, en el sector público y privado, que influyen en la formación de leyes, regulaciones, decretos y otras políticas del gobierno, para su propio beneficio como resultado de provisiones ilícitas y no transparentes de beneficios privados otorgados a funcionarios públicos"
De otro lado, el narcotráfico es un crimen trasnacional, frente al cual los gobiernos del planeta, pese a sus ingentes esfuerzos, han perdido la batalla del lucrativo negocio que a diario financia y blanquea con su participación en la actividad política.
Por ello, es indispensable asumir como sociedad el compromiso de elegir solo a los mejores, más capacitados y transparentes. Esta es la única manera de hacer de nuestras democracias en América Latina, sistemas de gobiernos engalanados por su legitimidad, ájenos a financiaciones del narcotráfico y del saqueo público.
Vote bien, vote libremente.