¿Y el voto obligatorio, qué?
Con Petro adelante en las encuestas y Fico de segundo, hasta hoy, todo indicaría que habrá segunda vuelta, y sabiendo que la izquierda radical está unida, la única manera de derrotarla, ojalá con margen holgado, sería con una copiosa votación de quienes desean que Colombia siga siendo un país con democracia, incluyendo a todos los abstencionistas del pasado. Y cambiando el tema del peligro que Petro representa para el desarrollo del país, y que asuman el poder los que solo creen en la fuerza bruta y la violencia como forma para imponerse, me aterra tener que escucharlo por 4 años, o más, porque difícil imaginar una forma de hablar más prepotente y desagradable que la del candidato del Pacto Histórico.
Ahora que se acercan las elecciones más trascendentales de la historia de Colombia, en las que se juega como nunca el destino del país y de su democracia, no he escuchado o leído noticia alguna sobre el tema del llamado “voto obligatorio”, ese que podría incidir para que el presidente fuera elegido por la mayor proporción de ciudadanos, que sería obviamente lo más deseable y democrático.
Cuando apreciamos los porcentajes de abstención de elecciones pasadas, debemos concluir que quienes eligen a nuestros presidentes son una minoría. En todas las elecciones presidenciales de este siglo XXI la abstención superó el 50% de los ciudadanos habilitados para votar, con excepción de la pasada en 2018, que llegó al 47 %, así que en votaciones reñidas nuestros mandatarios son elegidos por solo un poco más del 25 % de los ciudadanos, cuando lo ideal es que fuera por un porcentaje mucho mayor. Podría asegurarse que hay millones de colombianos mayores de edad que jamás han ejercido su derecho al voto, lo cual es propio de pueblos indolentes, y este es un comportamiento que se sucede en todos los estratos socioeconómicos.
Sabiendo que esa es la realidad de nuestra democracia, la inquietud que me asalta es ¿por qué en el Congreso no se ha legislado para que el voto sea obligatorio? Yo, particularmente, sabiendo que puedo estar equivocado, supongo que la razón es que de imponerse el voto obligatorio, tendría que serlo no solo para las elecciones presidenciales, sino de Congreso, asambleas y concejos, y supondría yo que para alcaldes y gobernadores. Y a una importante proporción de congresistas no les interesaría cambiar las actuales reglas del juego porque así se les encarecería mucho la compra de votos, hasta eventualmente hacer inviable esa práctica.
Pero si esta fuera la causa, entonces quedaría en evidencia que la mayoría en el Congreso están ahí corrompiendo al elector, porque si fuera al contrario, los honestos serían suficientes para aprobar esa ley. Además, se podrían implementar herramientas legales para lograr que sí se obedezca la ley del voto obligatorio, obviamente respetando la libertad del voto. En Ecuador, país que ha elegido gobierno de izquierda y hoy de derecha, el voto es obligatorio entre los 18 y 65 años, con multa de USD40 a quien no vote, y las únicas excusas aceptadas son expedidas por entes de la salud del Estado. En Colombia la próxima elección para presidente sería muy diferente con el voto obligatorio.
Con Petro adelante en las encuestas y Fico de segundo, hasta hoy, todo indicaría que habrá segunda vuelta, y sabiendo que la izquierda radical está unida, la única manera de derrotarla, ojalá con margen holgado, sería con una copiosa votación de quienes desean que Colombia siga siendo un país con democracia, incluyendo a todos los abstencionistas del pasado. Y cambiando el tema del peligro que Petro representa para el desarrollo del país, y que asuman el poder los que solo creen en la fuerza bruta y la violencia como forma para imponerse, me aterra tener que escucharlo por 4 años, o más, porque difícil imaginar una forma de hablar más prepotente y desagradable que la del candidato del Pacto Histórico. Aunque eso no significa que me agrade mucho el exagerado acento paisa de Fico, a quien respetuosamente le sugeriría que hiciera un esfuerzo y lo moderara un poco. Siendo honesto, prefiero la forma como habla Duque.
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