Soy barranquillero de pura cepa y me gusta vivir al ritmo de mi ciudad, y no me estoy refiriendo a su ritmo musical, que también lo vivo, sino al de vida, que es muchísimo más importante porque uno lo siente a cada hora y a cada minuto. Hoy quiero referirme a este tema porque hace unos meses viajé a Medellín y hace aún menos estuve unos días en Cali, y pude apreciar que, por múltiples razones, el ritmo con que se vive en ese par de ciudades se asemeja y mucho al de Bogotá, que yo personalmente detesto. Quizás sea por su mayor población o tal vez por las largas distancias, que en esas tres ciudades para que les rinda el día tienen que andar a millón, o quizás sea solo por gusto, el de ellos, digo, porque para el mío nanai-nanai. Yo prefiero nuestro bacanísimo ritmo caribe. Piano, piano, si va lontano, reza el muy común dicho italiano, que de manera natural aplicamos acá en la Costa, y que nada tiene que ver con la equivocada forma de tomarlo los cachacos cuando se refieren a nosotros.

No cabe duda de que Bogotá, Medellín y Cali cuentan con unas mallas viales con muy amplias avenidas que semejan autopistas que atraviesan esas ciudades, y que sus distancias son mayores que las que aquí acostumbramos transitar, por las anteriores razones, en las tres se conduce a altísimas velocidades, que acá en nuestras calles y carreras son imposibles de alcanzar, aunque obviamente, con las excepciones del caso, porque no falta uno que otro Fittipaldi que se va matando. Pero acá sí somos más relajados en ese sentido. Aunque algunos abusan y obstruyen el tráfico.

Hoy somos la única ciudad importante del país sin la odiosa restricción del pico y placa para vehículos particulares, lo cual es una tremenda ventaja. Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga, Pereira, y hasta Cartagena y Santa Marta, acá en la Costa, sufren de esa medida, aquí no, y aun así, nuestro desplazamiento es relativamente fácil, con muy pocos sitios caóticos que ameritan intervenciones puntuales. Pero lo que sí es fácilmente apreciable cuando nos comparamos con esas ciudades del interior es que nuestra falta de cultura ciudadana es el mayor motivo de afectación de la movilidad vehicular en la ciudad. En aquellas casi no se aprecian los vehículos mal parqueados ocupando las calzadas, porque con esas velocidades serían de gran peligro. Aquí es muy elevada la proporción de los que les importa un rábano estacionarse donde sea, u obstaculizar un cruce, porque jamás se ha visto un policía imponiendo un comparendo por ese comportamiento, como si no fueran infracciones de tránsito. Con toda certeza, si acá se implementara una agresiva campaña que les tocara el bolsillo a los infractores, el positivo cambio permitiría una mejor movilidad. Pero a nuestro ritmo, no al de las ciudades mencionadas.