Una verdad que duele es que Barranquilla perdió una gran de sus casas consideradas patrimoniales por su arquitectura típica de una época que marcó un hito en el urbanismo de nuestra ciudad. Los barranquilleros apreciaban impávidos las demoliciones de casas que debieron conservarse, de mansiones de diferentes estilos y de edificaciones que hacían parte de nuestra historia urbana en los hoy protegidos barrios Bellavista, Prado y Alto Prado, pero también en el centro, en Boston, Recreo y otros, y simultáneamente la construcción de nuevos edificios en esos predios. Cómo no recordar al edificio Palma y también a costosas casas de elevado valor arquitectónico, como la llamada “mansión De Mares” y muchas más, así como al Cine Metro, al mismo Coliseo Humberto Perea, etc.

Hoy, en los predios de esas casas demolidas, se aprecian edificios y más edificios, ahí están y ahí seguirán, sin problemas para sus constructores y propietarios. Pero no es esa la historia del edificio “Michell”, construido hace 13 años, en el 2010, ese en el que hoy habitan unas 34 personas en sus 7 apartamentos, ubicado en la carrera 61 No.66-145 del barrio Bellavista, porque a quien financió su construcción hace 13 años, se le creció un enemigo, hasta lograr la medida más absurda e injusta imaginable. Y es que un fallo del Tribunal Administrativo del Atlántico, ratificado recientemente por el Ministerio de Cultura, ordena que el edificio Michell sea demolido y en ese lote sea construida una casa idéntica a la que fue demolida en el 2009. ¡Hágame el reverendo favor! En ese ministerio deben saber que una réplica de una edificación patrimonial no tiene valor alguno, así que lo ordenado, además de absurdo, es inútil y perjudicial.

Lo primero que se me ocurre, sin ser abogado, es que por el mero principio de equidad, si a su constructor se le obliga a esto, esa misma medida se le debería aplicar a decenas de constructores que demolieron centenares de casas consideradas como patrimonio arquitectónico, muchas, más valiosas por sus costos y estilos, a la muy sencilla y en ese entonces deteriorada casa demolida en esa esquina de Bellavista. Así esos barrios volverían a ser como hace 30 o más años. Y obviamente, eso no va suceder. Entonces, ¿Cuál podría ser la razón para que a uno solo de los cientos de edificios con la misma historia, se le condene a ser demolido? Fácil intuir que no fue exactamente, un amigo de nuestro patrimonio arquitectónico quien ha logrado el fallo más ridículo y absurdo imaginable. Como tampoco logro concebir en qué estarían pensando los que firmaron tamaña estupidez e injusticia, pero sí con certeza, que jamás, en los propietarios y quienes hoy habitan los siete apartamentos del edificio “Michell”.