El 2021 es ya casi historia y muchos somos los que hacemos propósitos para el 2022. Regularmente propósitos para organizar un nuevo año en el que se nos mejoren nuestras condiciones económicas, así como las relaciones familiares y con nuestras amistades. Se planean eventuales viajes si el bendito Covid nos lo permite, al fin de cuentas, año nuevo vida nueva, como reza la popular canción que se escucha en estos días. Pero… ha planeado alguno de mis lectores, ¿Cambiar de actitud en nuestro comportamiento ciudadano? ¿Mejorar nuestro compromiso con los más necesitados? ¡Cómo quisiera que fueran esos los cambios más importantes que se apreciaran en los habitantes de nuestra ciudad desde el comienzo de este nuevo año! Que nuestro egoísmo, y muchas veces, petulancia, se queden en el año viejo.

Respetables las opiniones de aquellos que al ver una persona realmente necesitada en la calle, sea esta un inmigrante o no, opinan que a ellos no hay que darles una limosna, como también aquellos que consideran que sí hay que ayudarlos con unos pesos. Obvio que hay quienes desearían darles algo, pero su precaria condición no se lo permite. Pero son muchos los que no los ayudan por diferentes factores, tales como tacañería en su máxima expresión, personas pudientes a quienes les duele regalar un peso. Petulantes que no conciben la idea que para hacerlo, tengan que hacer el tremendo esfuerzo de sacar la billetera, bajar el vidrio o detener la marcha de su flamante carro “para eso”. Son los mismos que al vendedor callejero le regatean el precio de un aguacate, o la palabra propina les produce urticaria, pero ni chistan con lo que compran en un costoso almacén, y cargan moneditas en el bolsillo para aquellos que les cuidan el carro porque son incapaces de darles un billete. ¡Cómo quisiera que ese tipo de personas cambiara desde el año que viene! De acuerdo a mi experiencia, siento que nada genera más satisfacción que dar a quien lo necesita. Pero aunque no soy psicólogo, supongo que a otros en vez de satisfacción, les arderá en el alma desprenderse de un peso. Cómo quisiera que todos, le pusieran rostro a la pobreza y a la desesperanza ajena, que al ver a ese carretillero que procurando ganarse unos pesos para atender a su familia, deambula por nuestras calles recogiendo desperdicios para venderlos, les cedieran el paso, y si les fuera posible, los sorprendieran con “un aporte” para que él acabe de cuadrar su día. Y comportarse siempre así, con aquellos que no han tenido la fortuna que hemos tenido otros. Para los que han sido apáticos con su deber cristiano de ayudar al prójimo que lo necesita, les garantizo que si tienen los recursos y adquieren la costumbre de cargar unos billetes para ir por la vida ayudando a otros, ese cambio les generará mayores satisfacciones que cualquier otro de su lista de propósitos.

Como no todo obedece al factor económico, cómo quisiera que desde el 2022 cambiaran de comportamiento aquellos conductores que irrespetan, no solo las normas de tránsito, sino a otras personas, obstruyendo cruces en las intersecciones o estacionado mal sus vehículos aunque con ello se afecte el tráfico y se perjudique al prójimo. Ojalá esos cambios de actitud fueran incluidos, con carácter de prioritarios, entre los propósitos para el año que ahorita comienza. Y ya suspendo mi cháchara consejera para desearles a mis lectores un ¡Feliz Año Nuevo!

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