No podemos desconocer que después de la autoproclamación de Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, este lado del hemisferio se estremeció. Latinoamérica, siempre olvidada en el plano geopolítico, apareció en el mapa a causa de una de las crisis humanitarias más grandes de la historia reciente del continente. Más de tres millones de personas expulsadas por la desesperación, el desconsuelo y el hambre, producto de una dictadura incompetente. La situación es delicada y el resultado final es tan difícil de predecir que hasta la revista Semana habla de los cinco posibles desenlaces de esta historia que pareciera no tener fin.
Independientemente de lo que termine ocurriendo, en esta época de la “postverdad” en donde la mentira es preponderante, se demostró que hablar franco, ser coherente y defender la verdad por encima de todo tiene réditos políticos. En esto acertó nuestro presidente, se mantuvo fiel a sus convicciones y mostró total coherencia. No titubeó y en parte lideró una coalición internacional que por primera vez dejó de ser políticamente correcta y llamó las cosas por su nombre. Llamó dictadura a lo que se mostraba públicamente como una democracia y llevó el debate al nivel internacional para desenmascarar la farsa que está acabando con el pueblo venezolano.
Adicional a esto, es importante destacar que solidarizarse con las causas humanas siempre debe ser el camino de un buen líder. No se comprende cómo la comunidad internacional durante varios años se hizo la de la vista gorda, siendo que desde el 2015 millones de venezolanos salieron corriendo de su país y nadie dijo nada. Reconocerlo, decirlo y recibirlos con compasión le demuestra al mundo las calidades humanas de los colombianos. Emocionantes son las imágenes de miles de venezolanos caminando por las calles de Bogotá, dándole las gracias a su país hermano.
No importa si eres de derecha o de izquierda, el poder de la verdad, la coherencia, la solidaridad y la compasión mostraron ser en esta situación la receta perfecta para enfrentar la polarización reinante en el país. Según encuesta realizada en estos días, un 70% de los colombianos estamos de acuerdo con la decisión tomada por el presidente.
Ahora bien, es de suma importancia evitar a toda costa que terminemos siendo víctimas de las necesidades electorales de nuestros amigos del norte. No hay nada que impulse más la popularidad en Estados Unidos que el patriotismo que evoca una guerra, y Donald Trump con su necesidad de apoyo puede ver en una intervención militar en Venezuela el dulce perfecto.
La realidad es que la situación en Venezuela es compleja y el hecho de que Maduro esté contra las cuerdas no significa que no va a pelear hasta el final por mantener el poder. Utilicemos todas las herramientas legales para presionar (como no dejar entrar al país al recién nombrado presidente de Monómeros), pero no nos prestemos para una guerra sin sentido que nos lleve a una situación indeseada.
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