La Cumbre Energética del Caribe fue un fiasco. No voy a entrar a debatir lo que ya está sobrediagnosticado; bastante se ha hablado y todos padecemos las altas tarifas de energía en el Caribe y sabemos cuál es el problema en la tarifa, las pérdidas que representan el 30% de esa facturación. El tema de fondo es que el problema está ahí, los usuarios lo estamos sufriendo, y no se quiere resolver.

Entonces resulta muy difícil darle solución a este asunto cuando el gobierno a todas luces no lo quiere resolver, pero ¿por qué? Porque su objetivo de fondo no es resolver los problemas a la gente, sino el ejercicio filosófico, conceptual, su objetivo de fondo es cambiar el sistema, como lo ha propuesto en salud, pensión y ahora en los servicios públicos. Lo delicado de este camino que proponen es que, como siempre, desconoce el pasado, pues el actual modelo existe para evitar casos como el de “El apagón”, que fue un momento muy duro para la gente y la economía del país cuando nos enfrentamos a casi 1 año de cortes de luz de hasta 10 horas. Y sí, el sistema es imperfecto y tiene partes que fallan, como la facturación que hoy se critica, pero no amerita la destrucción completa como asume el presidente en medio de su afán de borrón y cuenta nueva (o complejo de Adán).

En el marco de ese nuevo contexto se encuentran nuestros líderes, que durante un año y medio no han entendido que él no quiere resolver los problemas, no es su prioridad, y por eso les ha sido difícil, por no decir imposible, concertar cualquier reforma con este gobierno. Entonces frente a esta realidad y falta de voluntad política, lo que corresponde es que ellos también desde esa óptica política, cambien su forma de actuar, o se arriesgarán a caer en la teoría de la locura que planteaba Einstein: hacer lo mismo, esperando resultados diferentes. Por eso, en lugar de acudir a las mesas del gobierno donde pueden terminar pagando los platos rotos de la falta de gestión o que su presencia se utilice como herramienta de validación de las propuestas del presidente, hay que cambiar la estrategia.

En esa forma de actuar diferente es donde me encantó lo que hizo el alcalde de Cartagena, saliéndose de la discusión, pero haciéndola completamente visible. Así logró, que la responsabilidad política quede completamente en cabeza del presidente porque todo el mundo se dará cuenta que es él quien no quiere resolver, y evitó así mismo darle un espacio donde pueda señalar a otros o culpar a la ley de servicios públicos. El escenario cambió y no es ni el más inteligente, ni el más fuerte el que sobrevive, sino el que mejor se adapte. Tenemos que ser capaces de adaptarnos para no morir.