Mucho ha dado de qué hablar la aprobación por parte del concejo de Barranquilla del cupo de endeudamiento por 3 billones para los siguientes 4 años. Han llovido críticas sobre las finanzas de la ciudad, que la ciudad está quebrada y que cómo se va a seguir endeudando. Pero desde mi esquina, solo veo un debate desenfocado, que se aleja de la política de resolver los problemas a la gente y el alcalde Char ha puesto las cartas sobre la mesa.
A diferencia de una empresa, el sector público tiene la urgencia de siempre resolver los problemas a la gente; esa es su función. Y esos problemas no dan espera: seguridad, hambre, educación… todo se soluciona con plata y en este caso, con deuda. Pareciera que nos están haciendo creer que endeudarse es malo, cuando lo realmente malo es no tener con qué pagar las cuotas de esa deuda o que se gaste en inversiones improductivas, que frenen el crecimiento de una ciudad. Eso sí que limitaría la capacidad de la ciudad para endeudarse a futuro y detendría la inversión.
La deuda actual de la ciudad es de $2.8 billones, sumada a los $3 billones (aprobados más no apropiados) terminaría este cuatrienio con una deuda de $5.8 billones. Esta deuda la pagamos los barranquilleros con nuestros impuestos, que salen de la pujanza de nuestra actividad económica (PIB). El PIB de Barranquilla en el 2022 fue de $41 billones de pesos, lo que significa que, en proporción a su economía, está endeudado en un 14,4%. Para un poco de contexto, esta es la deuda en algunos países frente a su PIB: Estados Unidos 121%, Alemania 66%, Japón 255%. Los últimos 16 años con el crecimiento sostenido, hemos demostrado que tenemos con qué pagar nuestra deuda, y seguramente estos 4 años no serán la excepción.
Ahora bien, partamos de la base de que el Consejo distrital no es un cajero, no va a desembolsar ni un peso, solo avalaron la posibilidad de endeudarse. La tarea ahora es ir al banco y demostrar que tenemos como pagar; porque el negocio del banco es que le devuelvan su plata con intereses, y ellos no son bobos. Por lo tanto, lo más importante es concentrarse en que en el Plan de desarrollo se establezca cómo se van a invertir esos $3 billones y que sigan generando el crecimiento económico necesario para continuar cumpliendo con nuestras obligaciones.
No le tengamos miedo a la deuda. Enfoquémonos en que lo que se impulse con esos créditos se destine a proyectos de crecimiento a largo plazo que impacte positivamente a la gente. Así no solo crecemos la economía y repagamos deuda, sino que seguimos construyendo lo que se ha trabajado los últimos 16 años: un verdadero vividero y orgullo de todos.