Si de algo puedo estar segura es que cuando un costeño escucha el nombre ‘Electricaribe’, tiene una historia trágica que contar. Todos, absolutamente todos, hemos tenido algún ‘encontrón’ con esta empresa de energía en algún punto de la vida. O se nos ha ido la luz en momentos importantes (una vez se me fue a punto de mandar un ensayo final, y perdí todo el trabajo), o se nos ha ido la luz por horas (en algunos sectores y pueblos de la Costa, inclusive por días), o hemos pagado una absurda cantidad de dinero que no va acorde al uso (pagamos como si viviéramos con el aire acondicionado prendido el día entero, pero en realidad, estamos ‘a punta de abanico’ para poder ahorrar).
Me cansé de contar los electrodomésticos que se han dañado por cuenta de esta empresa, me cansé de contar las veces que hubo que reparar (e inclusive cambiar) los aires por cuenta de esta empresa, me cansé de contar las noches que tuve que escoger entre ‘morirme’ del calor, o abrir la ventana y ‘morirme’ de la ‘mosquitera’ por cuenta de esta empresa, me cansé de contar las veces que los altos costos de la luz fue motivo de pelea y de sustos en mi casa (a mi mamá hace unos años le dio una isquemia cerebral luego de ver un recibo de Electricaribe), pero sobretodo, me cansé de saber que lo más ilógico del asunto es que soy una de las ‘privilegiadas’ en el servicio.
¿Cuánta gente realmente no ha sufrido por ‘Electricaribe’? Días enteros sin luz y sin respuestas, artículos dañados (muchos de los que para miles son irremplazables, o significan descapitalizarse o endeudarse enormemente), y sobre costos alarmantes que la gente sencillamente no puede pagar. Por algo tantas personas apellidan con un madrazo, cada vez que el innombrable nombre sale a la luz.
Es por esto que resulta indignante para muchos ver un titular como el que nos tocó leer hace unos días, en dónde se habló sobre la demanda de 45 mil millones de pesos que ahora ‘Electricaribe’ le está haciendo a la Alcaldía de Barranquilla. ¿Cómo es si quiera posible de que luego de una experiencia tan nefasta, seamos nosotros los que le tengamos que deber a ellos? ¿Cómo es posible que de nuestros impuestos tenga que salir semejante suma para pagarle a una empresa que ‘no dio chicle con bola’?
Que nos paguen más bien ellos a todos a los que nos ha tocado ‘padecer’ el ‘virus’ de la mala energía, que nos paguen por los años de malos tratos, que nos paguen por ser un chiste a nivel nacional, que nos paguen por la vergüenza que da a veces tener que mostrarle a extranjeros una ‘cucharada’ del tercer mundo en el que vivimos, y que nos paguen, como hacen en los divorcios las parejas, ‘por los daños y perjuicios en el tiempo vivido’.
Definitivamente, ahora solo cabe decir: ‘apague y vámonos’. O más bien, ‘apaguen y váyanse’, y denle el campo a la nueva oportunidad que llega en el mes de octubre. Ojalá ‘Caribesol’ nos brinde el descanso que tanto necesitamos.
PD: estaba emputada escribiendo esto, ¿se notó?