Fueron necesarias veintisiete bienales de arquitectura para que por fin un proyecto de obra nueva ejecutado en Barranquilla obtuviese un reconocimiento. Se trata de las unidades 1 y 2 del Gran Malecón del Río, cuyo diseño estuvo a cargo de Ricardo Vives, Diseños y Conceptos y D.E.B.; ganadores del premio Karl Brunner en diseño urbano y paisajismo del 2020. Un premio meritorio que debe motivar la búsqueda continua de calidad en la concepción de nuestros proyectos arquitectónicos y de urbanismo, especialmente en aquellas intervenciones que se realizan con recursos públicos. Ojalá que este sea el punto de quiebre que nos permita superar la etapa de incredulidad y asombro para demandar, no solo que las cosas se hagan, sino que se hagan bien.

Paradójicamente, dado que a nuestra ciudad erróneamente no se le suele relacionar con su valor patrimonial, hasta ahora dos proyectos de restauración se constituían en los únicos que habían logrado ser ganadores de premios en la bienal: el edificio de la Aduana y el conjunto del Centro Cívico, galardonados en las bienales de 1996 y 2008. Así mismo, únicamente las publicaciones relacionadas con temáticas patrimoniales pudieron abrirse paso hasta obtener menciones y ser seleccionadas como finalistas, eso sí, sin haber logrado todavía el premio mayor. Una presencia muy pobre. En columnas anteriores había resaltado este fenómeno, buscando justificaciones que se desprendían principalmente del entorno socioeconómico, anticipando que el auge de las obras públicas debería propiciar una mejora en las características de nuestros proyectos.

Sin embargo, no se puede caer en la complacencia. En el 2016 escribía que uno de los instrumentos que mejor fomenta la calidad y las buenas prácticas en el ejercicio del diseño es el concurso. Cuando una ciudad repetidamente convoca y promueve concursos arquitectónicos y de urbanismo, comienza a estar en el radar de los mejores profesionales, incluso a nivel internacional. Ya hay ciudades colombianas que han comenzado a recorrer este provechoso camino y en cierta medida nos están dando un buen ejemplo. No es el caso de Barranquilla. Conociendo el amplio catálogo de iniciativas que la administración distrital tiene en mente, es un momento adecuado para atreverse a organizar concursos arquitectónicos que animen una participación masiva. Es un camino que demanda algo más de tiempo y esfuerzo, por supuesto es más fácil asignar proyectos a dedo, pero es un ejercicio que vale la pena. Además, comprendiendo la crisis que la pandemia ha desatado, significaría un aliciente extraordinario para aquellos profesionales que han visto reducidas sus posibilidades de trabajo. Queda la tarea pendiente.

Por lo pronto, disfrutemos el reconocimiento, confiando en que sea una señal que indique mejores tiempos por venir. Felicitaciones al Distrito, por hacerlo realidad, y a todos los involucrados en el diseño y ejecución del Gran Malecón del Río.

moreno.slagter@yahoo.com