
Nunca había sido Barraquilla tan bien servida como en las semanas pasadas. Mire usted que presentar a Tanya, The Post, Miguel Ángel, La Forma del agua, El tren de las 3:10, Tres anuncios por un crimen, El hilo invisible, Sir Winston, el paquete completo en dos semanas, para felicidad de los cinéfilos y reconocimiento a la evolución y sagacidad de los distribuidores. La Cinemateca, Cine Colombia y Royal Films… Con la energía y fuerza emocional del recuerdo que trajo The Post y La Forma del agua, la que nos inquieta días y días después. No sé si, por lo bizarro del tema, envuelto en un color verdoso de agua empantanada, la forma como escoge narrarlo, o la dirección de actores. El peso de la película en los frágiles hombros de una aseadora: Sally Hawkins y sus amigos Octavia Spencer (Zelda) y RichieJenkins(Giles). Ahh, y del héroe anfibio, especie de hombre acuático (Doug Jones). Para colmo, Sally es muda, pero valiente y el hombre acuático tiene brazos y piernas luminosas y el cuerpo cubierto de escamas, un cruce entre iguana y serpiente y muy amistoso. En el laboratorio militar donde viven nuestros héroes, dicen que el hombre acuático fue extraído del Amazonas y considerado como un semidiós de las aguas. Los científicos gringos obsesionados con la idea que el hombre acuático les revelaría la forma de llegar primero a la luna y ganarles a los rusos, lo mantienen en un tanque de agua transparente. Cuando este detallito no se produce, pero no nos adelantemos a los acontecimientos… Los científicos y la gente, aseadoras, matones, sabios de verdad, miran al hombre acuático con fascinación, y con cierto miedo. Sally con curiosidad, que se transforma en adoración cuando descubre que con su lenguaje de señas, que la criatura anfibia aprende rápidamente puede comunicarse. La discapacidad de Sally, objeto de discriminación por los otros, desaparece ante la existencia de este ser diferente y marginado, como ella. La tal revelación nunca se produce y los científicos aburridos resuelven salir de él, matando y tirando sus pedazos al mar.
El director Guillermo del Toro introduce su amor por los cuentos de hadas infantiles y Sally en pleno enamoramiento se pilla las intenciones de los seudo científicos y en compañía de sus amigos se encargará de ayudarlo a escapar. No le tiene miedo a nada, convencida como está, que ha encontrado el amor de su vida. Los espectadores que volamos de sorpresa en sorpresa, nos topamos con una realidad que los cuentos de hadas ahogan, que el deseo, reprimido en Blanca Nieves, (y otras) aquí corre, o mejor dicho nada, libre y feliz. Nos dice que no hay mejor cosa contra la discriminación, y la soledad, que el sexo y el amor.
Guillermo Del Toro tiene muchos amores. La música de jazz (mellow) suave de los años 1950, es uno de ellos. Hay que ver, y por favor oír, el despliegue de música de bandas al final. Hasta Frank Sinatra baila con Sally, al jazz de Glen Miller vestida con sedas y plumas. La historia sigue y la película va cortando rabo y oreja. Desde el León de Venecia, hasta la nominación en los más famosos festivales del mundo.
De tanta agua y tanto charco, tenía que saltar un sapo, decimos los costeños. El prestigioso periódico EL País de Madrid dijo hace un par de días que al director lo están demandando por plagio. Un tal David Zindel dice que el cuento se parece a uno de su papá, Paul Zindel. El director declaró en su web que nunca había oído nada que se pareciera a la historia de la Forma del Agua. Que demanden en fecha tan cercana a las fecha del Oscar, el próximo 4 de marzo. Me parece por lo menos sospechoso, digo yo.
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