El año avanza con una variable constante, la incertidumbre, por donde quiera que se mire se encuentra. Los cambios o las promesas de estos han envuelto la toma de decisiones de hogares e inversionistas que aprecian con cautela las distintas señales recibidas en lo corrido de los últimos meses.
Solo en los últimos días, el dólar varió entre los $4.424 y los $4.713, una variación cercana al 7% provocada por la confluencia de múltiples factores desde internos hasta externos.
Desde el frente interno han sido distintos anuncios que han motivado las recurrentes variaciones de la tasa de cambio, que van desde un potencial control a los flujos de capitales, las amplias desavenencias dentro del gabinete ministerial, los trámites y discusiones sobre los proyectos de ley de iniciativa gubernamental, la congelación de precios de los alimentos, la no firma de más contratos de exploración y la recién anticipada crisis ministerial, que llevó al gobierno a prescindir de las cuotas de partidos y a radicalizarse en sus convicciones.
Sin embargo, por el frente internacional también suceden varias circunstancias que determinan la salida o entrada de más dólares a nuestra economía. En primer lugar, se experimenta una tendencia negativa en los precios del petróleo, los cuales muestran que mientras hace un año en el mes abril se mantenían valores de 104 dólares el barril, en el mismo mes de la presente anualidad los valores se ubican en 84 dólares el barril, en su referencia brent. Lo anterior para nuestros efectos cambiarios, se traduce en menores dólares en la economía lo cual termina por encarecerlos.
Por otro lado, las decisiones de la FED cuya más reciente resolución fue aumentar ligeramente la tasa de interés en una movida que podría ser la última estocada para hacerle frente a la inflación, en un entorno de crecimiento económico moderado, consistente aumento del empleo y una tasa de desempleo que se mantiene baja, las expectativas para los meses venideros serán decisiones más cautelosas. En Colombia, la inicial decisión al alza promueve justamente la salida de capitales, pero su potencial moderación futura, podría en su defecto mejorar la relación cambiaria a nuestro favor.
La política monetaria contraccionista ya ha afectado la demanda interna con una baja en las importaciones y una caída en la cartera crediticia, si bien la inflación ha mostrado señales de moderación reciente se mantiene alta, dejando para el país una expectativa de crecimiento en 2023 que sigue moviéndose alrededor del 1%.