Con la revelación de las recientes cifras del PIB departamental, se conoció el impacto de la pandemia a nivel territorial, siendo los departamentos de La Guajira, San Andrés, Cesar y Putumayo, aquellos con los mayores detrimentos.

En el Atlántico la pérdida comprometió cerca de $2,2 billones de pesos y los sectores más afectados fueron la construcción, minería, comercio y actividades artísticas, de entretenimiento y recreación.

Sin embargo, no todo fue malo, otras actividades productivas mostraron mayor resiliencia, adaptación y mejor dinámica económica, tal fue el caso de los sectores: inmobiliario, financiero, agrícola y administración pública y servicios sociales que cerraron con una variación positiva.

Revisando lo acaecido en el sector inmobiliario valga la pena ilustrar alguna de las razones que explican el balance positivo al cierre del 2020.

En el frente de arrendamiento, se lograron negociaciones entre las partes en una importante proporción de los contratos, se flexibilizaron el valor de los cánones y los propietarios entregaron hasta meses de gracia, lo que se constituyó en un ajuste en tiempo real del negocio inmobiliario, el cual se adaptó a la nueva situación de la demanda y facilitó la supervivencia de la actividad productiva del alquiler de bienes raíces.

En el frente de la compra y venta, se pueden enumerar varios estímulos que facilitaron tales circunstancias. El primero de estos tiene que ver con los subsidios a la vivienda de interés social que movilizaron una demanda importante por este tipo de inmuebles, a través del programa Mi Casa Ya y para el segmento medio con el Frech-No Vis.

Así mismo la reconversión de las unidades residenciales en lugares multiusos donde convergen la unidad productiva o puesto de trabajo, el lugar permanente de estudio, de almacenamiento, entrenamiento y entretenimiento, justificaron en gran medida la decisión de compra. La que su vez encontró en el departamento un adecuado stock de inmuebles disponibles en especial en el segmento VIS que en promedio compromete alrededor del 70% de las ventas de inmuebles nuevos.

Lo anterior dejó un balance de ventas cerradas el año pasado por encima de los $3,1 billones gracias a que luego de iniciada la pandemia el departamento logró desde el mes de agosto involucrarse en una senda de transacciones mensuales por encima de las 1.000 unidades, situación que se mantiene hasta la fecha y es superada de manera favorable cada mes vencido.

Mientras el resto de sectores van tomando mejor tracción por ahora el sector inmobiliario lidera junto con el sector de la administración pública y de servicios sociales a que el deterioro en la economía no haya sido peor, pues jugaron con un aporte contra cíclico al desempeño económico experimentado en el departamento.

El sostenimiento de esta trayectoria en el corto plazo va estar sujeto, entre otras cosas, a la suficiencia de los mecanismos de impulso a la demanda en materia de subsidios, a la recuperación del poder adquisitivo de los hogares, y a la reactivación del resto de sectores económicos con los cuales se encuentra altamente encadenado la actividad inmobiliaria como el constructor, comercial, financiero y del resto de servicios.