Hay una entrevista a Gabriel García Márquez en la que narra lo difícil que fue escribir una novela después del éxito que tuvo Cien Años de Soledad, y las razones por las que eligió escribir algo “diferente” a su mundial best seller. Entonces, a pesar de las reglas del mercado editorial de la época, se dio a la tarea de redactar El Otoño del Patriarca, un libro hoy valorado inmensamente, pero que en aquel momento parecía un fracaso. Como muchas cosas en la vida, que tienen mal presente, pero que en el futuro cuando miramos al pasado, se ven mucho mejor.

El Otoño del Patriarca, no es fácil de leer, porque es algo así como un solo pensamiento (del dirigente autoritario que protagoniza la historia). Sin embargo, es mi favorito, pocos textos -o tal vez ninguno- saben contar mejor lo que posiblemente pasa por la mente de un dictador. “Al general le hacen reverencia por delante y le hacen pistola por detrás”, escribe magistralmente Gabo sobre ese hombre en decadencia al que se le hacía agua el poder en sus propias manos. A Vladimir Putin, quien es el jefe todo poderoso y lleno de virilidad que gobierna Rusia, pareciera, le empieza pasar algo similar. Antes tenía enemigos potentes desde afuera a los que aniquilaba rápidamente, pero ahora los fuegos vienen desde adentro. Cada vez hay más señales de que los rusos, dejan de estar a sus pies sin cuestionarle.

La rebelión del grupo Wagner no hubiese sucedido una década atrás. En eso coinciden la mayoría de analistas políticos en occidente. Vladimir Putin, el patriarca en su otoño, ha pasado de la posibilidad de hacerse con el poder territorial y político de Kiev, a estar con problemas en Moscú, un escenario digno de ser estudiado. Dicen que en el Kremlin hay más que preocupación. Este equipo de mercenarios cuenta con más de 50 mil hombres en sus filas, y son artífices de la mayor “victoria” en la invasión a Ucrania. No es poca cosa que desafíen al mandatario ruso.

Permanentemente el líder de los Wagner grita a viva voz denuncias sobre la falta de competencia y corrupción financiera que existe en el ejército. Está en constante pleito público con los más altos mandos militares. Mercenarios versus los de toda la vida. Por supuesto ha pasado de las palabras al campo de acción, ya se han bombardeado y esto ha desatado una crisis sin precedentes.

Ahora los Wagner hacen ocupaciones a nombre propio y no del Estado Ruso. Putin culpa a sus antiguos amigos de alta traición, lo hace en un discurso televisado en el que se le ve extraña y excepcionalmente desencajado. Escenario complejo atraviesa este hombre que alguna vez pareció imbatible y repleto de cortesanos leales. Nada es para siempre.