Boris Johnson está en su ocaso. Eso no quiere decir que no se pueda recuperar. Hoy todo apunta a que es su final... sin embargo, la política es una actividad en la que los actores -a veces- resucitan. Así que muertos definitivos no hay. Este hombre despelucado llegó a ser el más poderoso de Reino Unido, liderando el desafortunado "Brexit”.

La campaña por la salida de la Unión Europea sería el clímax de su popularidad, luego se convertiría en Primer Ministro de la mano de los conservadores y en cierta medida, sabría navegar las dificultades que vienen con Downing Street, todo ello, hasta la pandemia. Con la llegada del COVID su personalidad irreverente se tornaría en irrespetuosa a modo de ver de sus propios electores.

A Bojo como se le conoce, se le dio por hacer fiestas. Peor aún, su equipo citaba a los encuentros desde los correos electrónicos institucionales. Es decir, el mundo en cuarentena, las ciudades repletas de familias en duelo, y el Jefe de Gobierno de rumba con recursos públicos. Cuando fue cuestionado por esto, con su actitud habitual, esquivó las preguntas y toda la situación le parecía un chiste...

Meses después, el escándalo escalaría a lo que hoy se llama el "PartyGate", y por supuesto, le costaría su cargo. Sus enemigos políticos, tanto dentro como fuera de su propio partido, supieron sacarle provecho a la situación para hacerlo irse de Number 10 (algo así como la Casa Blanca de los ingleses).

De todo esto ha pasado tiempo, ya van dos primeros ministros después de él. A pesar de todo, Johnson seguía conservando su escaño en la Cámara de los Comunes. Pero la semana pasada, ante más pruebas de nuevas infracciones -presuntamente videos de otras fiestas en el confinamiento- , el ex mandatario ha renunciado al parlamento.

Todo este episodio conduce a varias conclusiones: (1) Los ciudadanos sí pueden hacerle presión hasta al más poderoso y arrinconarlo por sus errores públicos. (2) No importa qué tan idolatrado hayas sido por las masas, si se sienten burlados, tus mismos seguidores pueden ponerse en tu contra. (3) Unas fiestas que para él fueron probablemente insignificantes, le han costado su lugar en la historia, le dio la razón a sus detractores de siempre.

Además de Johnson mismo, su partido, los Tories, quedan golpeados en imagen. Si bien después llegó Liz Truss y ahora Rishi Sunak, el drama generado por estos escándalos los han hecho perder muchos puntos de favorabilidad incluso ante su electorado cautivo. El populismo del despelucado rubio, del que se beneficiaron como colectividad, les ha causado estragos difíciles de cuantificar.