Emmanuel Macron es un protagonista común en mis columnas. Lo sigo desde sus inicios en la política francesa y me identifico con su discurso de centro derecha. Porque aplomo al gobernar, orden para administrar y buscar la reducción de la desigualdad; si son objetivos que se pueden perseguir conjuntamente en la vida pública. No es verdad que solo la derecha o la izquierda extrema pueden seducir votantes, no es cierto. Y el mandatario francés es un ejemplo de eso. Sin embargo, hoy pasa por una de sus noches más oscuras, entonces como analista, me es interesante ver cómo se mueve ante la incomodidad del bajonazo en popularidad que le está costando el no ceder en sus posturas frente a las pensiones.

Mauricio Vargas, Thierry Ways y Armando Montenegro, han escrito recientemente textos intentando ayudarnos a comprender lo que sucede en Paris -les recomiendo leerlos a los tres-; y es que es de vital importancia lo que viene ocurriendo, incluso me atrevo a afirmar que la estabilidad de la Unión Europea pasa por la capacidad que tengan de enfrentar la cuestión pensional. Hoy es Francia, pero la cólera colectiva está por explotar en otras naciones. También España, por ejemplo, tiene un sistema de reparto, lo que genera el actual cuello de botella financiero.

¿Por qué? Pues sencillo, cada vez hay menos gente joven cotizando y más gente mayor cobrando. No es muy difícil de entender. El problema es que, en este mundo contemporáneo, parece que algún sector de la audiencia preferiría a un dirigente que le mienta, que le diga lo que quiere escuchar.

Pero Macron ha decidido gritar a los cuatro vientos que mantener el sistema como está es insostenible, y que la reforma es el amargo remedio necesario. Se lleva un chaparrón de desfavorabilidad en su imagen, aunque eso no lo detiene, sabe que hace lo correcto y ha sido radical en defenderlo.

Macron es de centro, sí, pero no es un líder timorato que se la pase con vaivenes en sus opiniones y con miedo permanente a ser tachado de x o y, cuando aprieta. Con coraje y decisión está dando la batalla, desconozco si saldrá victorioso, yo esperaría que sí. Tener posiciones con matices y no estar en uno de los dos extremos del espectro ideológico no tiene por qué significar titubeos; él lo demuestra, es un centrista radical y sin temor a la beligerancia retórica.

Acá en Colombia -a nivel nacional- estamos huérfanos en la centro derecha, eso no quiere decir que siempre lo estaremos. En este momento debe haber lideres surgiendo, no hay que darse por vencidos. Voces fuertes que sepan conciliar, pero también defender posiciones a partir de argumentos facticos.