Para quienes hemos tenido el placer de leer a Mario Vargas Llosa en algún momento de la vida, sus obras ocupan un lugar especial en nuestras almas. Es sin duda, uno de los autores latinoamericanos más destacados de nuestros tiempos; sabemos bien quién es el otro… Gabo. Seguramente de esa rivalidad literaria y hasta política, los únicos beneficiados fuimos nosotros que hemos podido disfrutarlos.
El peruano entró en la Academia Francesa, primer escritor castellano en hacerlo. Lo hizo con honores. Su discurso en la ceremonia de ingreso fue ingenioso, como todo lo que escribe. “Con estas ideas crecí y me formé, leyendo francés y autores franceses, entre los que destacaban dos posibles futuros adversarios Jean-Paul Sartre y Albert Camus.”. Esto lo decía porque fueron estas las ideas con las que creció y frente a las que sucumbió a su edad temprana, luego las rechazaría -ideológicamente-. Y también por la enemistad tardía que surgiría entre los dos franceses.
Lo de elegir un libro favorito de Mario es para mí imposible. Sin embargo, reconozco que la La Fiesta del Chivo me causó una fascinación tremenda cuando yo tenía 17 años, esto derivó en una especie de obsesión por la historia política de República Dominicana, la cual de seguro hoy entiendo medianamente mejor gracias a esa novela. Otro que tendría que mencionar es El Pez en el Agua, me atrevo a decir que es con esta obra que conecté con Vargas Llosa para siempre, me sentí identificada con sus dos partes. La leí ya siendo universitaria, y he recurrido a ella (a capítulos en específico), cuando me he sentido perdida, me reconforta y conmueve, saber que un tipo merecedor de un Premio Nobel intentó hacer política, pero le tocó aceptar que esa arena no era para él; un golpe de frente a su ego ilustrado, pero el que ha demostrado saber encajar con grandeza.
Su labor democrática ha sido importante, posicionado siempre del lado de la libertad. Del progreso responsable. Debo confesar que me costó entender su apoyo a Keiko Fujimori en las elecciones presidenciales peruanas, porque a pesar del peligro que representaba Pedro Castillo, yo no tendría estomago para impulsarla. A su favor se decía que lo hacía porque era el mal menor. Yo respetuosamente sigo pensando que fue un error, pero a partir de lo ocurrido con el expresidente… digamos que entiendo mejor sus incentivos para secundar una candidatura del fujimorismo.
A Mario Vargas Llosa, quien posiblemente nunca llegue a leer esta columna, además de felicitarle por su trascendente logro, solo podría agradecerle. Sus letras han sido una gran compañía y academia durante años.
@kdiarttpombo