Dentro del espectro ideológico existen dos zonas en las que a su vez caben diferentes vertientes. La izquierda y la derecha llevan siglos disputando más que votos, el fervor y el fanatismo de los electorados. No es verdad que los extremos sean una novedad, sobre eso ya he escrito. En esa misma línea el neopopulismo no sé qué tanto tenga de nuevo. Pues en cada tramo histórico, han surgido líderes que yéndose a la punta de cualquiera de los dos bandos han enarbolado banderas igual de desquiciadas.

Norberto Bobbio escribió una de mis obras predilectas sobre este tema específico, el filósofo político italiano -quien además tuvo vida activa en la realpolitik- afirmaba que la derecha y la izquierda son en esencia un punto de partida para el surgimiento de nuevas reconceptualizaciones ideológicas. ¿Por qué? Pues porque no es cierto que la vida humana en su dimensión cívica se pueda reducir únicamente a escoger entre dos posiciones antagónicas en cada escenario social o económico.

Ahora bien, en esta columna no estoy llamando a mis lectores a ser unos moderados, tibios que les apodan hoy en día, cercanos al centro; no. Aunque considero que esa es una posición absolutamente legítima dentro del espectro. Lo que si quisiera recordar es que de las sociedades que le han apostado todo a los extremos, usualmente no han derivado consecuencias positivas.

En Colombia se asoma María Fernanda Cabal, del Centro Democrático, algo así como una Marine La Pen, pero de aquí de la parroquia. Creo genuinamente que sería un enorme desatino para esta nación una mujer con un discurso tan incendiario y poco conciliador. Dicho sea de paso, no coincido con su visión de país ni con la de su partido, que nos tiene lidiando con un hombre como el Presidente Iván Duque hasta el próximo año. Sin embargo reconozco que me identifico con su propuesta de federalizar el territorio -pero eso lo dejo mejor para otra columna-.

Más hacia el sur en el vecindario, en Argentina, donde existen dos especímenes políticos los peronistas y los antiperonistas, está emergiendo una nueva camada de ultraderechistas que asustan, y con razón, a los más moderados. Encabezados por Javier Milei, un nombre hasta ahora desconocido en el resto de Latinoamérica, pero del que seguro empezaremos a escuchar cada vez más. Según el diario español El País, es un candidato parecido a Donald Trump o Jair Bolsonaro, yo diría que el argentino va mucho más allá, pues tiene un componente ideológico muy agudo.

Sé que los extremos son atractivos, Bobbio también lo sabía y de hecho los experimentó en su activismo político, pero hay evidencia densa de que estos no terminan siendo positivos para las libertades humanas. Ni los de izquierda ni los de derecha. Ya que se suelen mezclar y diluir en formas autoritarias que no hacen sino poner en riesgo las pequeñas y lentas conquistas de nuestras débiles democracias.

Profesora Ciencia Política 
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