Que el Congreso estuviera cerrado en medio de esta crisis era impresentable. Esto alimentaba el rechazo, de por sí mayoritario, a la principal institución democrática del país. Pero además, implicaba una ruptura de facto del principio de separación de poderes, especialmente grave en medio de un Estado de Emergencia (necesario en la práctica), que le permite al Presidente de la República promulgar leyes de un plumazo.
Pero esto cambia a partir de hoy. Luego de casi un mes de insistencia, un grupo de parlamentarios de distintas regiones y partidos (la mayoría primíparos) logramos que el Congreso se la jugara por las sesiones virtuales. Hoy, las dos cámaras se reunirán a través de plataformas tecnológicas, poniéndose a tono con ejemplos internacionales, como el Parlamento Europeo y los congresos chileno y español, entre otros.
El proceso será gradual. Seguramente, las primeras sesiones tendrán dificultades. En las primeras semanas prevalecerá el control político, fundamental en un estado de excepción, mientras se alistan las herramientas tecnológicas para tramitar proyectos de ley y de reforma constitucional, que implican un desafío procedimental mayor. Clave también que el Ministerio TIC ayude a asegurar la conectividad de los congresistas que viven en regiones apartadas, para lo cual ya hay una ruta de trabajo diseñada.
Ahora, las sesiones virtuales son solo el primero de varios pasos que debe dar el Congreso para ponerse a tono con este momento histórico. La política de la polarización ya no cabe en esta época. En particular, quienes hacemos parte de una nueva generación de liderazgos debemos entender que no estamos obligados a heredar peleas ni odios, sino que estamos llamados a construir soluciones prácticas desde la diversidad ideológica.
El Congreso de hoy también debe ser uno que ayude a sentar las bases del salvamento social y económico para la Colombia post – corona virus. Es urgente que no dejemos hundir proyectos que podrían contribuir en este desafío. Dos ejemplos: i) la Ley de Borrón y Cuenta Nueva, de los senadores Barguil y Velasco, que aliviaría la situación de muchos colombianos que probablemente queden reportados en centrales de riesgo tras el Covid-19. ii) la Ley del Empleo del Adulto Mayor, de mi autoría, que daría beneficios tributarios a empresas que contraten a mujeres mayores de 57 años y hombres mayores de 62 que no se hayan pensionado. También urge avanzar en iniciativas que formalicen y protejan a los trabajadores del sector salud, lección que nos enseña esta pandemia.
Hay noticias que esperamos con ansia: la vacuna contra el Covid-19 o, al menos, las medicinas para enfrentarlo; el aplanamiento de la curva de infectados y muertos; la supervivencia de empresas y empleos. Pero que el Congreso vuelva a sesionar, ahora virtualmente, también es una buena noticia… Tal vez no muy popular, pero sí muy importante. Pues las democracias son esenciales, especialmente en tiempos convulsionados.
*Representante a la Cámara