Mark Zuckerberg se volvió a inventar la rueda. O por lo menos eso cree. En una entrevista reciente, el CEO de Meta lanzó una visión digna de ciencia ficción: un mundo donde la Inteligencia Artificial haga absolutamente todo en el proceso publicitario. Desde las fotos, los videos, los textos, los anuncios y hasta la medición del rendimiento. Todo automatizado, todo con IA, todo “optimizado”.

¿Y el cliente? Solo debe venir con el deseo de vender más, qué Meta se encarga del resto. ¿El brief? ¿El concepto? ¿La creatividad? Olvídate de eso. La IA mezcla, recalienta, adapta, y vomita un millón de anuncios por segundo. Es como un buffet libre de creatividad tibia y sin alma.

¿El problema? Que la publicidad hecha por IA es como un remix de lo que ya existe. Un refrito elegante. Una lista infinita de lo mismo con otro filtro. Todo es correcto, todo es funcional, todo está basado en lo que ya funcionó. Pero nada —nada— te sorprende.

Zuckerberg propone un modelo donde la originalidad no es bienvenida. Porque lo original es ineficiente, impredecible, incluso molesto para los algoritmos. La IA no crea: sintetiza. Mezcla tendencias, datos, estilos, fórmulas. Y cuando todo se parece a todo, ¿cómo se supone que una marca va a destacar?

Acá es donde entra el chiste existencial: ¿qué fue primero, el huevo, la gallina… o el algoritmo?

Porque si todos los anuncios del futuro estarán hechos por IA, ¿de dónde saldrán las ideas originales que esa misma IA necesitará para entrenarse?

Pues sencillo: De los creativos humanos. Los que nos arriesgamos a pensar fuera del algoritmo, a crear diferente, a proponer lo que aún no ha sido probado ni validado por ningún “modelo predictivo”.

La IA puede replicar el estilo de García Márquez, pero no puede ser García Márquez. Puede escribir un vallenato, pero nunca será canción inédita. Puede hacer una campaña como la última gran tendencia… pero no puede crear la próxima gran tendencia. Porque para que nazca una gallina, alguien, algún creativo, tuvo que poner el primer huevo.

Zuckerberg no está matando la publicidad. Solo está llenando el mundo de “recalentaos” publicitarios. Y sí, eso servirá para marcas sin ambición que necesitan aparecer en los algoritmos de búsqueda junto a un océano de marcas sin espíritu.

Pero si lo que quieres es dejar huella, hacer historia, construir una marca que inspire, conecte y perdure, más vale que sigas creyendo en la cabeza —y el corazón— de un buen creativo. Porque solo los humanos tienen el poder de inventar lo que las máquinas, más adelante, van a intentar copiar.

Si renunciamos a eso, prepárate para vivir en un mundo donde todas las ideas se parezcan… y todas las marcas sepan a recalentado.

@eortegadelrio