En los últimos días, en medio de este tercer pico devastador, Colombia ha superado sus tasas de morbimortalidad por covid-19. Si bien, entre las causas de esta dramática situación se ha identificado la propagación veloz de las nuevas variantes del virus, así como el relajamiento de las medidas de protección, también se encuentran la lentitud del acceso a la vacuna a toda la población y la difusión de noticias inexactas o falsas sobre la inmunización, que han generado desconfianza y temor.
La vacunación es un proceso decisorio en el propósito de erradicación de la pandemia al punto que líderes mundiales como Ángela Merkel consideran que esto no se logrará “hasta que se le ofrezca la vacuna a la última persona de la humanidad”, por lo que ha urgido una acción conjunta global para conseguirlo. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (pronunciamiento del 16 de abril), han sido aplicadas más de 832 millones de dosis de vacunas en el mundo, “pero más del 82% han ido a parar a países de ingresos altos o medio altos, mientras que los países de renta baja solo han recibido el 0,2%”. Debemos superar rápidamente esta inequitativa realidad.
Aunque científicos, autoridades y expertos en salud pública han recalcado que las vacunas gozan de alta eficacia para evitar las complicaciones y la muerte, las versiones negativas en redes sociales han esparcido el miedo.
Prueba de ello es el resultado de la más reciente encuesta del DANE sobre este tema, publicada el mes pasado, que arrojó que el 30,8% de consultados en 23 ciudades del país no estaban interesados en aplicarse la vacuna contra el coronavirus y, al indagar acerca de sus razones, el 61,0% manifestó que creía que podía ser insegura por potenciales efectos adversos.
En el ojo del huracán están las noticias sobre los casos de coágulos tras la inoculación de las vacunas de AstraZeneca y Johnson y Johnson; sin embargo, las valoraciones científicas apuntan a que estos efectos secundarios son situaciones sumamente infrecuentes. Un artículo de BBC Mundo indica puntualmente que “según las cifras del regulador de medicamentos de Reino Unido, si a 10 millones de personas se les administra la vacuna de AstraZeneca, es posible que 40 personas desarrollen coágulos y de ellas 10 morirían”. La probabilidad sería de una en un millón.
En cambio, el riesgo de fallecimiento por el virus es altísimo en entornos sin población inmunizada. Si 100.000 personas no se vacunan, unas 60 morirían, frente a las 3 que morirían si esa misma cantidad es inmunizada, se detalla en un informe sobre riesgos y beneficios de las vacunas de El País, de España.
Hoy en el mundo están en uso 13 vacunas y 252 en desarrollo, de las cuales 72 están en pruebas clínicas, lo cual permitirá, a corto plazo, tener un importante abanico de posibilidades.
En este promisorio escenario de vacunas es necesario el acceso rápido y global a las dosis e igualmente superar los bulos que tanto daño causan en esta crisis y nos distancian de la inmunidad de rebaño y, por ende, del fin de la pandemia.
rector@unisimonbolivar.edu.co