El Heraldo
Opinión

Un lunes de Carnaval

Estamos totalmente seguros de que nunca nos podrán quitar la querencia por nuestros valores culturales.

La semana pasada me comuniqué por videollamada con mi madre –que está aislada totalmente por la pandemia–, con la grata sorpresa de verla luciendo un vestido de cumbiambera y, al requerirla, me espetó: la covid me robó mi libertad, pero no voy a dejar que se lleve mi alegría carnavalera y mi pasión por los valores culturales que nos caracterizan; con prontitud me despidió la llamada para continuar gozando el Bando virtual. En esta misma situación de alborozo carnavalero, en medio del autocuidado y el aislamiento, estamos buena parte de los barranquilleros.

Hoy, lunes de Carnaval, desde las primeras horas de la mañana quienes solemos asistir y vivir la Gran Parada de Comparsas o el Festival de Orquestas o el Encuentro de Comedias, entre otros eventos, estaríamos alistándonos con el ajuar carnavalero para disfrutar en familia o con amigos, un día matizado por la alegría, el esplendor y el talento de los músicos, los danzantes, los disfrazados y el resto de hacedores culturales, cumpliendo el principal mandamiento de esta festividad: quien lo vive es quien lo goza.

Pero aunque es un lunes de Carnaval atípico por la pandemia de la covid-19, debemos mantener vivo el espíritu carnavalero en los corazones y en nuestra identidad y tradiciones culturales. De hecho, esta fiesta es reconocida como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad (Unesco, 2003), gracias a su riqueza cultural y sus valores que resultan del genio creador humano, su enraizamiento en la tradición cultural, su impacto sociocultural, entre otros.

El Carnaval se celebra en Barranquilla desde 1876, aunque en investigaciones como las del sociólogo Édgar Rey Sinning nos explica que en los pueblos de la ribera del río Magdalena se realizaron desde tiempos coloniales y que luego, a través de procesos migratorios, estas festividades confluyeron en la capital atlanticense donde las fiestas carnestolendas y las patronales se amalgamaron y consolidaron como una sola, y se afianzó como una tradición cultural con gran arraigo popular.

En un esfuerzo por mantener viva la llama de la tradición, las autoridades locales, la empresa Carnaval S.A., los hacedores y los medios de comunicación organizaron múltiples presentaciones culturales y programas especiales que nos llegaron a través de las distintas aplicaciones y plataformas online, emisoras radiales y canales televisivos, y nos alegraron el espíritu en estos tiempos de incertidumbre y sufrimiento. La covid-19 nos quitó este año nuestro querido Carnaval, como sucedió entre 1898 y 1902 por la Guerra de los Mil Días; ojalá que en el futuro no se repitan estas nefastas circunstancias.

Mañana martes, sepultemos simbólicamente a Joselito y al Carnaval virtual y esperemos que resuciten, el año próximo, en su verdadera identidad, para desquitarnos por partida doble.

Estamos totalmente seguros de que nunca nos podrán quitar la querencia por nuestros valores culturales, ni mucho menos nuestra esencia pacífica y alegre. Por ello, el Carnaval siempre pervivirá en nuestros corazones.

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