Los efectos actuales del cambio climático no tienen antecedentes y cada vez son menos las posibilidades de revertirlos, con consecuencias severas para el planeta y la humanidad. El tema es tan complejo que, según la Organización Internacional para las Migraciones, más de la mitad de los nuevos desplazamientos poblacionales durante 2020 fueron motivados por desastres relacionados con el clima.

La gravedad de la crisis se refleja en el Informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), de la ONU, -que acaba de ser publicado-, que indica que la temperatura mundial promediada durante los próximos 20 años alcanzará un calentamiento de 1,5°C, lo que generará un aumento de las olas de calor, alargamiento de las estaciones cálidas y disminución de las estaciones frías.

Igualmente, pronostican la intensificación del ciclo hidrológico: precipitaciones y sequías más intensas; aumento continuo del nivel del mar en zonas costeras, con impacto en la erosión costera y agravamiento de inundaciones en esas áreas; el incremento del deshielo del permafrost (capa de suelo congelada en zonas muy frías), así como la pérdida de la capa de nieve estacional, el derretimiento de los glaciares y los mantos de hielo; calentamiento y acidificación del océano. En cuanto a las áreas urbanas, se dará un incremento del calor, inundaciones por precipitaciones intensas y aumento del nivel del mar en ciudades costeras, entre otras situaciones.

En Colombia estamos viviendo en estos momentos inundaciones graves en la subregión de La Mojana, con más de 9000 damnificados; al igual que en Córdoba y La Guajira. Incluso, la organización Climate Central pronosticó recientemente que, en un lapso de 30 años, el Centro Histórico de Santa Marta, sectores de Cartagena y de la Ciénaga Grande del Magdalena, quedarían bajo el agua por esta catástrofe.

Otra alerta reciente del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología para el Cambio Climático de Brasil muestra un panorama más desalentador para Suramérica y prevé un aumento de la temperatura, hacia finales de siglo, de unos 4°C, sobre todo en la región del Amazonas que, de acuerdo con los autores, produciría un efecto dominó sobre los balances globales de energía, agua y carbono.

El análisis de los expertos de la ONU es más optimista y motivante al plantear que la caótica situación podría limitarse paulatinamente con una reducción sustancial y sostenida de las emisiones de dióxido de carbono y de otros gases de efecto invernadero.

Frente a esta catástrofe climática, independientemente de la contribución de cada país al fenómeno, la lucha debe ser colectiva porque, si bien los esfuerzos individuales son necesarios, si la sociedad no trabaja en la misma dirección nada será suficiente para producir el impacto exigido por nuestro planeta y para garantizar la supervivencia de la humanidad. Es imperativo y obligatorio que actuemos con responsabilidad ambiental para que podamos entregarles a nuestros hijos y nietos un planeta vivo y saludable.

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