Siendo aún menor de edad, el gimnasta cucuteño Ángel Barajas se colgó una medalla de plata en los Juegos Olímpicos París 2024 (la primera de cuatro conseguidas por Colombia). Su triunfo ha sido un bálsamo motivacional, pletórico de orgullo y optimismo para el país y motivo de gran alegría colectiva, convirtiéndose en un importante ejemplo para la juventud colombiana.

Aparte de su innegable talento y perseverancia, nos ha impactado su tranquilidad durante su participación en París y su madurez al expresarse, al igual que son evidentes su estrecha relación propositiva con su entrenador y su calurosa relación familiar.

Guardo amistad laboral con el profesor Eimer Barajas Román, tío de Ángel, a quien llamé para felicitarlo y me contó aspectos de la vida del joven para plasmarlos en este artículo. Desde los 5 años, empezó a entrenar con la dedicación absoluta de su mamá Angélica y el apoyo irrestricto del entrenador Jairo Ruíz, quien visionó el potencial del niño al punto de permitirle practicar sin pagar, debido a sus escasos recursos económicos, a cambio de su total compromiso deportivo. En promedio, dedica ocho horas diarias a entrenar, combinadas con los estudios, respaldado también por el colegio.

El tío destaca que en el proceso de crecimiento de Ángel son claves su nobleza, su disciplina, su compromiso, su constancia y su fortaleza espiritual. Además, su entorno familiar le ha dado buen ejemplo; su mamá, sobre todo, les ha impartido disciplina y entregado su amor a sus tres hijos. “Ángel no es un niño de cristal, es resiliente; ha sido un niño que en medio de las dificultades se apropió de ese gusto por el deporte y lo desarrolló”, describe el familiar.

Aunque quiso disfrutar de su niñez y su adolescencia, el convencimiento de su proyecto de vida, con acompañamiento sicológico, familiar y del equipo, lo han ayudado a “sacrificarse” por su carrera deportiva, cumpliendo con entrenamientos, con sus horas de sueño, una nutrición apta y, entre otras cosas, limitando el uso de pantallas y redes sociales. Como reconocimiento a su pundonor deportivo, la Universidad Simón Bolívar, sede en Cúcuta, dispuso una beca que cubrirá los estudios superiores de este joven ejemplar.

Tras su triunfo, el mensaje de Ángel para niños y jóvenes colombianos es que “sueñen, que nunca paren de soñar. Si están en algún deporte que lo hagan con amor, que sean muy disciplinados, que trabajen con constancia, se esfuercen al máximo”. Su vida es la prueba fehaciente de que, aún en contra de las adversidades, es posible alcanzar las metas.