En medio de la tristeza por la partida del amigo, recordé con añoranza cuando hace 44 años, al irme a terminar mis estudios de medicina al exterior, me despedía de mi familia y amigos, serenateándolos con la canción ‘Ausencia’; en ese momento de moda. La nostalgia inmersa en su letra y el sentimiento con que la interpretaba Jorge, humedeció de lágrimas el corazón de mi madre y marcó en mí, para siempre, un inmenso aprecio por el ‘Ruiseñor del Cesar’; desde entonces, siempre la tarareo cuando me embargan la nostalgia y la añoranza por mi vida estudiantil.

“Ausencia que me tiene solo

Que hasta tu recuerdo me aleja de ti

Nostalgia de mirar tus ojos (…)

Regresa porque los ausentes

Son sombras del alma o sombras de amor”.

Bella canción que todos validamos para recordar a los seres queridos que se nos van y, fíjense, qué sorpresa nos da la vida, hoy llena nuestro espíritu para recordarlo a él.

Ese ‘jilguero’ que, con su potente y melodiosa voz quebraba el corazón de su público nos hizo soñar con las historias cantadas del paisaje vallenato, recordar amores y desamores o, de manera simple y a la vez maravillosa, gozar de las vivencias culturales de la provincia de Padilla. Desde niño le gustó cantar, aunque él mismo reconocía que en su juventud su aspiración era ser futbolista, pero su prodigiosa voz de barítono con visos de tenor segundo lo consolidó como el más grande cantor.

Durante sus 52 años de carrera musical produjo 49 álbumes, obtuvo dos galardones de rey del Festival de la Leyenda Vallenata, 18 congos de oro, un Grammy en 2017 a la excelencia musical, entre muchos reconocimientos. Por su voz incomparable fue motivo de un mito que aseguraba que su mamá, embarazada, pasó por un río resguardado por una serpiente que emitía un siseo hermoso, que le proporcionó a él ese preciado don que le permitió ganarse el cariño de los colombianos.

‘Rosa Jardinera’, ‘Ruiseñor de mi valle’, ‘Nido de amor’, ‘No comprendí tu amor’, ‘Nació mi poesía’, ‘Me pides tanto’, son otras piezas de esa excelente discografía que nos entristecen al escucharlas, por su partida, al tiempo que nos colman de motivación, recuerdos y alegría por su herencia musical.

“El que toda la gente me quiera

es un placer que me da la vida,

que muchos desearían;

el que todos los amigos míos

se llenen de infinita ternura con las canciones mías”.

Este fragmento de ‘El cariño de mi pueblo’, composición de Gustavo Gutiérrez interpretada por Jorge Oñate, define a la perfección lo que él representa para sus amigos y para los amantes del vallenato.

Hoy, el ‘Ruiseñor del Cesar’ sigue entre nosotros, ya que no es simplemente la pérdida de la vida la que define nuestra muerte sino el olvido de quienes nos estiman y quieren. Por ello, las canciones que él interpretó y llevamos en el alma, sin duda, lo hacen inmortal.

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