En el ámbito de la cultura y la economía, en marzo ocurren en Barranquilla dos grandes eventos internacionales, que nos dan una luz de esperanza en tanto los habitantes de esta urbe nos vamos volviendo poco a poco ciudadanos del mundo, sin perder nuestras raíces.

La Cátedra Europa, que ofrece anualmente la Universidad del Norte, es el evento académico más importante que se realiza en el país. Decenas de investigadores e intelectuales llegarán a Barranquilla a intercambiar conocimientos, haciendo realidad una de las ideas centrales de esta nueva civilización denominada Globalización. Donde progresivamente se va mundializando la cultura, donde cada nación puede seguir manteniendo sus tradiciones, pero abierta a la evolución de nuevos conocimientos para construir una mejor sociedad.

Que Barranquilla haya sido elegida como sede de la reunión anual de asambleas del Banco Interamericano de Desarrollo, es un hecho de gran importancia para el futuro de la ciudad, especialmente en su vida económica y social. Las perspectivas que se abren para Barranquilla y el país con este evento seguramente darán un impulso mayor a nuestro crecimiento y desarrollo.

Estos sucesos de reflexión nos van dando elementos para ir resolviendo como país nuestras tensiones. No podemos ocultar que en el interior de nuestra sociedad la mayor tensión es la lucha entre la tradición y la modernidad. Entre quienes defienden mantener el statu quo y quienes aspiran a que el país supere sus contradicciones internas y camine por los senderos del progreso reduciendo sus desigualdades.

Quiero destacar que, en el marco de la Cátedra Europa, el viernes pasado tuvimos la visita de Felipe González. Él lideró el gran cambio en España que culminó su transición del oscurantismo y del atraso para volverla una nación moderna y próspera. También lideró la adhesión de España a la Comunidad Económica Europea, y fue uno de los nueve expertos integrante del Comité de Sabios para estudiar sobre los desafíos de futuro que tiene esa región del mundo en los grandes temas globales, como la energía, el cambio climático, la inmigración, el crimen organizado y el empleo.

Hoy, cuando se ha engendrado un malestar general por la incapacidad de vislumbrar un futuro en América Latina, donde los habitantes perciben a sus naciones caminar sin rumbo, con disparidades visibles; donde nuestros gobernantes parecen aturdidos ante la complejidad y la gente exacerba su rabia —alimentados por la visión simplista y deformada que dan a veces los medios de comunicación—, estos eventos internacionales buscan, mediante la reflexión, soluciones inteligentes y pacíficas a las tensiones actuales y a los retos del futuro.

En este mes Barranquilla abre una ventana al mundo, por la que estaremos mirando más allá de nuestras narices. Pero también nos estarán mirando. Con estos dos acontecimientos, la ciudad reafirmará que sigue siendo la “Puerta de Oro” por donde ingresa lo mejor para Colombia.

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