Somos los hijos excéntricos de Occidente, decía Octavio Paz. De hecho, gran parte de nuestra cosmovisión del mundo de la vida nos llegó desde la civilización occidental: el dios en que creemos, la religión que practicamos, los valores que orientan nuestras vidas, nuestro orden político democrático, la organización de nuestra economía, todo nos llegó de Europa, incluyendo aspectos blandos de la cultura como nuestro vestido, la formas de peinar nuestra cabellera o cómo organizamos nuestros alimentos.
La Cátedra Europa realizada por la Universidad del Norte es el evento cultural y académico más importante que se organiza en el país. Ese reencuentro con Europa —pero ya no como colonia receptora sino para intercambiar ideas entre iguales—, permite seguir fortaleciendo una relación de cooperación horizontal.
La cátedra Europa que se está llevando a cabo este año tiene más de 90 eventos, entre los cuales se destacan charlas, simposios, conversatorios, obras de teatro, que conversarán sobre la cultura, el cine, el arte, la economía, la educación, la música, y el lanzamiento del libro del músico colombiano Carlos Vives, que recibirá el doctorado ‘honoris causa’ en Ciencias Sociales, por su gran aporte a la cultura de la región Caribe.
300 expertos nacionales e internacionales expondrán en esta cátedra a la que seguramente concurrirán miles de jóvenes y adultos de la ciudad y el país.
No son muy buenos tiempos para aspectos de la cultura en la vida de la ciudad: el Museo del Caribe cerrado, el Museo de Arte Moderno inconcluso, el Museo del Carnaval abandonado, y el Banco de la República nos tiene condenados, desde hace años, sin iniciar la renovación del Teatro Municipal.
Por esto, eventos como la Cátedra Europa refuerzan la vida cultural de la ciudad, porque permiten a Barranquilla ser parte de esta nueva geografía global, caracterizada por la emergencia de nuevos flujos culturales que nos van aproximando a la anhelada sociedad del conocimiento.
Por su historia, Europa y América Latina debemos seguir afianzando los valores comunes y la cercanía cultural; para que ambas regiones estén a la altura de las demandas globales que hagan más fuerte nuestras democracias y el multilateralismo. Estos espacios académicos facilitan la ampliación de la cooperación en todos los niveles, a fin de lograr la transformación social-ecológica que nos permita una mejor calidad de vida. Porque es conversando, dialogando, intercambiando conocimiento, cooperando, como los seres humanos vamos superando nuestras dificultades.
Por último, es pertinente agradecer a la Universidad del Norte por este esfuerzo de lograr integrar los anhelos de dos regiones del mundo, culturalmente tan cercanas.