En una sociedad democrática la educación iguala las oportunidades y moldea un mejor futuro para el país; por eso, hasta la sociedad más liberal del mundo, como es Estados Unidos, tiene un robusto sistema público de educación.

En Colombia, nuestra educación pública tiene problemas estructurales que se agudizaron con la pandemia, por ejemplo: la caída de las matrículas —hay casi un millón menos de alumnos en las escuelas y cada año más de 300 mil niños y jóvenes desertan del sistema educativo—, sumado al aumento de la violencia en la convivencia escolar, la disminución de horas de clase presenciales, y los malos resultados de aprendizaje en las pruebas internacionales.

Teniendo en cuenta la gran escala de los problemas educativos, cada día es más evidente la importancia de los primeros años. A medida que el cerebro del niño se desarrolla, las diferentes partes se van especializando gradualmente cada vez más. Y cuando este cerebro es joven, es muy reactivo y plástico, con una capacidad ilimitada para desarrollar funciones sensoras, cognitivas, emocionales y conductivas. Es el momento óptimo para garantizar un desarrollo integral en el presente y para el futuro.

Es sabido que en los primeros años de educación primaria lo esencial es el desarrollo de competencias matemáticas, lectoescritura y la vida socioemocional. Como nos mostró el enviado de Unesco, los niños que adquieren adecuada comprensión lectora no solo serán sobresalientes en sus estudios y tendrán más éxito profesional, sino que también tendrán mejor salud y calidad de vida.

Desafortunadamente, los cambios en educación son de largo aliento: no existen medicinas milagrosas para mejorar su calidad. Eso es producto de la constancia y de mucha responsabilidad; por esto es destacable la labor silenciosa de la Secretaría Distrital de Educación, que lidera la educadora Bibiana Rincón, por crear un método que permita mejorar la competencia lectora de los niños menores de diez años.

Estudios mostraban que en Colombia la mitad de los niños, después de haber pasado cinco años en la escuela, no sabían leer y comprender un texto simple. Gracias a este programa de comprensión lectora, hoy el 70% de los estudiantes de primero y segundo grados de la ciudad tienen mejor dominio de la lectura.

En este programa, que es un ejemplo para América Latina, más de 120 mil textos han sido leídos por los niños y niñas de colegios públicos de la ciudad.

Aplaudo esta iniciativa, sobre todo en esta ciudad donde la gente lee poco, casi no hay librerías, y donde los jóvenes se limitan a leer dos o tres tuits y quedan intelectualmente agotados.