En una clase de posgrado pedí a los alumnos escribir un breve ensayo, de cuatro mil palabras, con base en lecturas previas. Cada alumno iba leyendo su trabajo, hasta que uno me dijo: Tengo dos trabajos; uno lo hice yo y el otro el ChatGPT. Le solicité que leyera los dos y le pregunté: ¿Cuánto demoraste en hacer el tuyo? Me respondió que, entre la lectura y la redacción, aproximadamente tres horas, mientras el ChatGPT lo hizo aproximadamente en dos minutos y con citas más actualizadas.
Esta red neuronal, con grandes cantidades de texto que genera respuestas coherentes y naturales, es uno de los tantos avances de la inteligencia artificial (IA) que seguramente producirá una gran revolución ya no de movimientos sociales, sino del conocimiento. Será un cambio cultural que reestructurará la vida humana y el orden social.
Si usted revisa la historia, un solo invento, la máquina de vapor, marcó el inicio de la Revolución Industrial que cambió los cimientos de la estructura económica y social. Probablemente la IA producirá un cambio más profundo que no alcanzamos a imaginar.
Siempre hay temor al cambio; sin embargo, ya existen logros tan importantes como el que señala el consultor Marc Vidal: gracias a la IA hay un avance increíble en la detección temprana del cáncer de mama. Un equipo de investigadores del MIT y del Hospital General de Massachusetts ha desarrollado un modelo basado en IA, que puede predecir la aparición del cáncer de mama hasta cinco años antes de que este se manifieste, lo que permite un diagnóstico y un tratamiento personalizado de acuerdo a las necesidades de la paciente. Seguramente el diagnóstico temprano de la mayoría de las enfermedades que hoy nos matan permitirá, con base en la IA, salvar muchas vidas.
Existen preocupaciones válidas con respecto a los riesgos que estos cambios generados por la IA puedan crear: ya se está viendo el peligro en la reducción de puestos de trabajo y el mal uso de los datos personales; yo le agregaría otro: hoy el mundo está lleno de obesos, no solo porque hay más alimentos, sino porque las máquinas eliminaron el movimiento y la fuerza en el trabajo. La IA —que todo lo hace más rápido y cada día mejor—, puede volver más perezoso nuestro cerebro socavando nuestra creatividad y sabiduría.
Estoy de acuerdo en que se deberían establecer reglas claras para conducir con éxito esta revolución del conocimiento, a fin de que no ocurra el desastre que hoy vemos con las redes sociales, que se han convertido en un basurero donde se vomitan los odios, polarizando la sociedad y destruyendo la democracia.