Quizás ya sabes que muchas veces comemos por emoción y te preguntarás una y otra vez si esto es bueno o malo.

Quiero comenzar respondiendo esta pregunta diciéndote que el 95% de las personas comemos por emoción solo un 5 % no lo hace; por lo que realmente ya puedes inferir que no es malo. Que lo que verdaderamente hace daño es no entender que aunque la comida es un recurso que algunas veces nos ayuda a gestionar nuestras emociones, también debemos ser conscientes de que debemos aprender a gestionar nuestras emociones, optimizando herramientas que nos permitan esto; como: llorar, hablar, escribir entre otras para no siempre gestionar las emociones con la comida. Gestionar las emociones con la comida no hace que la emoción se vaya y por el contrario, podemos entrar en un círculo vicioso interminable.

El primer paso para abordar el comer por emociones es identificar las emociones que están en juego. ¿Estamos experimentando una emoción intensa y momentánea, o es más bien un estado de ánimo persistente y menos intenso? ¿Cómo influyen nuestros sentimientos en este proceso? Reconocer estas diferencias nos ayuda a entender mejor nuestro comportamiento alimenticio y a tomar medidas adecuadas.

La emoción como tal tiene unas características que te quiero compartir, porque para mí es claro que los cambios comienzan desde el autoconocimiento.

La emoción es de:

-Corta duración.

-Gran intensidad.

-No ser conscientes de ellas.

-Respuestas subjetivas, fisiológicas, expresivas.

-Buscar adaptación.

Cuando ya entendemos esto notarás que lo primero que puedes hacer antes de buscar ese trozo de pastel en la nevera es darle tiempo a que pase, que por lo general por su intensidad esto no demorara más de 10 min.

El acto de comer va más allá de satisfacer el hambre física; se convierte en un refugio emocional, una forma de hacer frente a los altibajos de la vida. Este fenómeno, conocido como comer por emociones, es más que simplemente satisfacer antojos; es una estrategia para gestionar estados emocionales. Sin embargo, aunque puede brindar un alivio temporal, no siempre aborda las raíces profundas de nuestras emociones.

El comer por emociones es un proceso complejo que abarca diversas facetas de nuestro ser emocional. Cuando nuestras emociones están a flor de piel, la comida se convierte en una tabla de salvación, una forma de encontrar consuelo o alegría. Sin embargo, esta práctica puede volverse problemática cuando la comida se utiliza como un sustituto de afrontar y procesar nuestras emociones de manera más saludable.

Para aquellos que se identifican como comedores emocionales, es crucial adoptar estrategias que promuevan una relación más equilibrada con la comida. Esto incluye no restringir grupos de alimentos, identificar cómo ciertos alimentos afectan nuestro estado de ánimo y evitar aquellos que puedan desencadenar respuestas emocionales no deseadas. Optar por versiones más saludables de nuestros antojos y limitar el consumo de alimentos ultraprocesados también puede ayudar a reducir la tendencia a recurrir a la comida como una forma de gestionar nuestras emociones.

En última instancia, la alimentación saludable no debería ser percibida como un castigo o una restricción, sino como una oportunidad para nutrir nuestro cuerpo y mente de manera integral. Al comprender cómo las emociones influyen en nuestros hábitos alimenticios y adoptar estrategias para abordar el comer por emociones de manera saludable, podemos cultivar una relación más consciente y equilibrada con la comida. Recordemos que la comida puede ser una fuente de placer y satisfacción, pero también es importante aprender a manejar nuestras emociones de manera más constructiva para encontrar un verdadero bienestar emocional y físico.

A continuación una encuesta que ayuda a saber si la persona es comedor emocional:

1. ¿La báscula tiene un gran poder sobre ti? ¿es capaz de cambar tu estado de humor?

2. ¿Tienes antojos por ciertos alimentos específicos?

3. ¿Te cuesta parar de comer alimentos dulces, especialmente chocolate?

4. ¿Tienes problemas para controlar las cantidades de ciertos alimentos?

5. ¿Comes cuando estás estresado o aburrido?

6. ¿Comes más de tus alimentos favoritos, y con más descontrol, cuando estás solo?

7. ¿Te sientes culpable cunado tomas alimentos “prohibidos”, es decir, aquellos que crees que no deberías, como dulces?

8. Por las noches, cuando llegas cansado de trajabar, ¿es cuando más descontrol sientes en tu alimentación?

9. Estas a dieta, y por alguna razón comes más de la cuenta, entonces piensas que no vale la pena y ¿comes de forma descontrolada aquellos alimentos que piensas que más te van a engordar?

10. ¿Cuántas veces sientes que la comida te controla a ti y no tu a ella?