Como les he mencionado anteriormente, el cuerpo humano cuenta con una conexión muy importante entre el cerebro y el intestino; cuando la microbiota intestinal se desequilibra, se puede experimentar un estado de disbiosis que puede entre muchas patologías manifestarse como ansiedad y depresión. Dos enfermedades con una gran incidencia en el ser humano y mucho más presentes en la actualidad desde la pandemia covid-19. Considero necesario que la población hoy en día pueda conocer que existen alternativas desde la alimentación para el tratamiento de estas enfermedades, comprendiendo que ambas patologías tienen un componente orgánico y del medio ambiente y que muy probablemente la alimentación no sea lo único a mejor o trabajar; pero que si no iniciamos un enfoque terapéutico desde la salud de nuestro intestino muy probablemente pueden ser los otros tratamientos algo ineficaces. Para contrarrestar esto, es posible incluir psicobióticos en la alimentación, ya que estos alimentos disminuyen la reactividad emocional, lo que ayuda a reducir los sentimientos de ansiedad y depresión.
Los psicobióticos, son organismos vivos fermentados que ofrecen beneficios para la salud, cuando se consumen correctamente, pueden tener un impacto significativo en nuestra salud mental y emocional. Estos organismos tienen la capacidad de modular la función de la corteza suprarrenal, donde se produce la mayor parte del cortisol en nuestro cuerpo.
Asimismo, estos alimentos disminuyen los niveles de cortisol y aumentan los niveles de serotonina, sustancia química asociada con el bienestar y la felicidad. También mejoran las funciones cognitivas al aumentar la conectividad entre el tronco encefálico y la corteza prefrontal, lo que puede mejorar nuestra capacidad para tomar decisiones y resolver problemas.
En particular, los lactobacillus rhamnosus, un tipo de psicobiótico, pueden combatir la ansiedad y la depresión al cambiar la expresión de los receptores Gaba, que son responsables de relajar e inhibir el sistema nervioso central. También pueden mejorar el estado de ánimo al aumentar los niveles de glutatión, un aminoácido esencial para combatir la depresión.
Algunos ejemplos de alimentos ricos en psicobióticos incluyen el kefir, el yogur, la kombucha, el chucrut, la sopa de miso, los higos, las uvas y las ciruelas. Sin embargo, siempre es importante consultar con un especialista, ya que no todos los alimentos son adecuados para todos, y es necesario tener en cuenta la individualidad de cada persona antes de incorporar psicobióticos a nuestra alimentación.
La conexión entre el cerebro y el intestino es crucial para el bienestar emocional y mental, y el uso de psicobióticos puede ser una estrategia prometedora para promover una salud integral.