Es imposible ignorar el peso en el corazón al pensar en la obesidad, una sombra que se cierne sobre nuestra sociedad. Las cifras hablan por sí solas: según el Ministerio de Protección Social de Colombia, 4 de cada 10 colombianos llevan la carga de la obesidad. Cada número es una historia, un alma enfrentando desafíos que van más allá de lo físico.
Al meditar sobre esta realidad, me embarga una profunda reflexión sobre su complejidad multifactorial que abarca desde las variables socioculturales, sociodemográficas, familiares, individuales, psicológicos, comportamentales, biológicos hasta los hábitos de infancia adolescencia. Pero más allá de estos, hay un eco silencioso, un grito interno que muchos sienten cuando se les sugiere "bajar de peso". Es una lucha entre el anhelo de bienestar y el temor al sacrificio, a lo desconocido.
La percepción que tienen muchos cuando un médico les sugiere perder peso, es un aspecto que tal vez no ha sido adecuadamente considerado en programas de prevención; La idea de que “¡esto será difícil!” surge inmediatamente acompañado de estas expresiones “¿Cómo haré cuando tenga un evento social? ¡Tendré que comer solo vegetales!”, reflejando no solo factores individuales y experiencias previas, sino una mentalidad más profunda: la creencia de que comer saludable es aburrido, ¡No lo disfrutaré! Es esencial reconsiderar nuestra perspectiva sobre lo que es rico y placentero en torno a la alimentación y entender que nosotros como seres humanos, poco a poco nos hemos ido creyendo el cuento de que no estamos diseñados para que se nos facilite hacer las cosas que consideramos difíciles, que nos alejen del placer y que nos generan un esfuerzo extra; subestimamos nuestra capacidad para adaptarnos a desafíos, olvidando que el verdadero placer puede encontrarse en las metas alcanzadas con esfuerzo. Cuando esto pasa, el mensaje que le manifestamos a nuestro cerebro sobre dieta, restricción, aburrimiento, no solo complica el proceso, si no que nos hace creer que perdimos una batalla antes de empezar, cuando la realidad es que no es así y no debe ser así.
Deberíamos reconsiderar el concepto de "dieta". Fuera de contextos médicos específicos para tratar una enfermedad, hablar de "alimentarse" es más adecuado, entendiendo que alimento es todo lo que nos podemos llevar a la boca, pero que no necesariamente implica que sea nutritivo. Esto es muy importante porque gran parte de la saciedad y de la satisfacción al comer está dada por alimentos nutritivos y son pocas las personas que saben esto. Cuando tu cuerpo carece de nutrientes, te los va pedir y si no se los das a través de una alimentación balanceada, puedes experimentar esa insatisfacción constante que se puede traducir en grandes ingestas de comida.
Un primer paso significativo para quienes desean adoptar un estilo de vida saludable es centrar sus esfuerzos en hacer de la alimentación una experiencia divertida. Tómate un tiempo para analizar lo que te gusta y como puedes empezar a incluir eso que no te gusta tanto en otra preparación. Desarrollar la creatividad a la hora de alimentarnos es fundamental. ¡No te puedes parar de la mesa con la sensación de que no comiste rico! eso debe ser para todos un principio fundamental.
*Psicología & Psicopatología de la Nutirición