En las fotos de graduación, los profesionales recién graduados muestran con orgullo sus diplomas. Transmiten su alegría por el logro alcanzado con la esperanza de un futuro mejor. Es lo que uno espera para el verdadero cambio del país. Sin embargo, la realidad del desempleo está golpeando las expectativas de los jóvenes. Según estadísticas recientes del DANE, en la actualidad hay 2,9 millones de colombianos que no tienen empleo. Es una cifra preocupante, si se tiene en cuenta que se han perdido 255 mil puestos de trabajo para jóvenes de 15 a 24 años en estos primeros meses del año.
El desempleo es una dura realidad contra la que se estrellan los sueños de los jóvenes. Pero no solamente es la falta de ofertas para ubicarse en el mundo laboral. En la encuesta que comenté en mi columna anterior, entre los 3,820 jóvenes, de 11 a 28 años, que ya están empleados, un 59 por ciento afirma que existe una desconexión entre el trabajo y la educación que recibieron. Afirman que el trabajo que tienen no está relacionado en nada con el área de sus estudios. La expresión es muy fuerte. Puede parecerles exagerada a los educadores. Pero esa es su percepción. Que no es tan negativa porque un 62% asegura que la educación que recibieron los preparó para el mundo laboral. Paradójico. No cuestionan a profesores y formadores. Dicen que fueron muy buenos. El problema consiste, según un porcentaje grande, en que se hallan en el lugar equivocado, en un puesto de trabajo para el que no estudiaron. Uno diría que ese “fuera de lugar” es casi tan frustrante como estar desempleado. He tenido esa percepción cuando he hablado con muchos profesionales jóvenes. Excúsenme que lo diga, y es sin ánimo de menospreciar el oficio, muchos jóvenes profesionales trabajan en centros de atención al cliente porque toca. Fue lo único que encontraron. Siguen ahí mientras aparece lo que llene sus expectativas. Un profesional no se gradúa tras años de estudios para desempeñarse en un área de atención por teléfono. No es un empleo que ponga a soñar a un joven mientras estudia una profesión.
En las universidades de calidad que conozco, existen desde hace tiempo los semestres de práctica profesional. Sin graduarse aún, los jóvenes ponen a prueba lo que saben en teoría en empresas e instituciones y estas calibran sus competencias aún en formación. No son pocas las que los enganchan después de graduarse. Esa es una conexión de la educación con el mundo laboral. El problema ahora es que se dé una reactivación económica. Con menos empresas y en crisis económica, habrá menos ofertas de empleo.