Silva Pacheco fue, sin dudas, un caso extraño en las mutaciones que algunos futbolistas viven a través de su periplo profesional. Generalmente esas transformaciones se dan de adelante hacia atrás: retrocediendo en la cancha, de atacante a defensor.

En el autor del gol mil en la historia del Junior fue al revés: llegó a Colombia de defensor central y terminó oficiando —y dejando un gran registro — de centro delantero, de goleador.

No tengo dudas de que al haber vivenciado e interiorizado las severas formas de los defensas descubrió luego, en su papel de delantero, cómo permearlas. Su cerebro guardó los hábitos del defensa. Sabía cómo pensaba uno de ellos, qué movimiento haría, qué recurso utilizaría ante un amague, un giro, un pase, y entonces se anticipaba. Tenía información clasificada. Él, durante un tiempo, había hecho eso. Conocía perfectamente el virus anti-gol, así que sabía cómo crear la vacuna. Supongo, por experiencia propia, que fue más feliz. Evitar los goles es emocionante, pero convertirlos es onírico, es placer puro.

Como el más nueve-nueve, el clásico nueve de área, hizo de la contundencia su mejor valor estético. En su lenguaje goleador no tuvo cabida la retórica. La floritura la esgrimió muy a cuenta gotas, como en aquel inolvidable doble sombrerito en el área a los defensas de Santa Fe, una tarde soleada, bien barranquillera, en el Romelio Martínez.

El gol se convirtió para él en el alfa y omega del fútbol. A partir del momento en el que se fue a jugar más cerca del área rival que de la propia, no hizo sino romper redes, entristecerles las tardes y noches a los porteros y cumplir una cita infaltable con el gol. Se volvieron amigos incondicionales.

Silva Pacheco está en la historia del Junior como uno de sus más grandes goleadores. Estas letras en las que intento describir al gran delantero uruguayo barranquillero, llenas de admiración y reconocimiento, son apartes del prólogo del libro que el periodista Francisco Figueroa Turcios próximamente le entregará a los hinchas del Junior en un merecidísimo homenaje a unos de los grandes goleadores en la historia del equipo barranquillero.

Agradezco a Francisco tan gentil invitación y espero que los hinchas más jóvenes, los que no pudieron celebrar los muchos goles de Silva Pacheco, conozcan quién fue, y quién es, el autor del gol mil del Junior. Su vida profesional y personal. Y su amor por esta ciudad en la que se quedó a vivir y echó raíces.