Hace ya unos años el fútbol no le entrega el mismo papel al número diez. Entendiendo esta nomenclatura como aquella que describe el perfil del jugador más creativo, más inspirado del equipo. Aquel que tiene un toque ‘mágico’, una visión de juego más amplia, un radar más potente. Ese jugador que tiene más pensamientos de aceptación de riesgo y una extraordinaria capacidad de disociación.
El diez generalmente es el gobernador de un territorio que está delimitado por unos 20 metros por delante de los mediocampistas y 20 metros por detrás de los delanteros. Es también alguien que sincroniza los tiempos de la jugada, la velocidad y la pausa necesaria. Alguien que ve, piensa y ejecuta antes y mejor. Y, cómo no, un jugador que tiene la obligación de liderar futbolísticamente el estilo del equipo y cargar de más peligrosidad sus participaciones.
Entre tantos, muchos tuvieron una gran relación con el gol (desde Pelé, pasando por Zico, Maradona, Platini, etc...) y otros que disfrutaron más con el pase gol (Valderrama, Riquelme, Overath, Babington, etc...). Hoy, aún existen jugadores con la técnica, sensibilidad en el pase, panorama para organizar y atrevimiento para improvisar que encajan en el rol tradicional del diez, pero en otros lugares del campo, otros recorridos, y con otras tareas complementarias, especialmente en fase defensiva, que los acercan al resto de jugadores hasta casi igualarlos en sus deberes y derechos. Hoy se les denomina interiores (como en el fútbol de los 50 que les llamaban insider, que iban al lado de los wings y detrás del centro foward). Iniesta, David Silva, Modric, De Bruyne, Coutinho, entre otros, son algunos de los actuales ‘10’ que ofician de todo campistas. De interiores. Ya no son solamente organizadores, son eso y mucho más.
Actualmente, la gran mayoría de entrenadores ven el funcionamiento de sus equipos como un todo. Y, en ese todo, buscan patrocinar la excelencia técnica (ahí el ‘10’ tiene protagonismo), al lado del irreductible compromiso con la recuperación y laboriosidad constante sin el balón (ahí el ‘10’ tiene que adaptarse y adoptar el nuevo rol, sino le costará encontrar lugar).
En los primeros partidos de la Selección Colombia bajo el mando de Carlos Queiroz vimos a su ‘10’, James Rodríguez, en el costado derecho del ataque como un tercer delantero. Seguramente no es para que no aporte sus pases, sus remates, su guía, claro que no, pero sí para que le entregue otras obligaciones. Así es, son las nuevas reglas en la élite. Solo Messi está por encima de ellas.
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