Algo que sorprende es como la buena fe ha perdido su valor, ya no solo la presunción de inocencia, sino el pensar que las personas actúan por motivos fútiles y vanos, que todo político es corrupto, que todo contrato se hace para apropiarse o apoderarse de los recursos públicos.

En toda emisora, red, página, lee uno críticas, presunciones, malas intenciones y se duda de la honestidad de casi todo gobernante. Lo hemos dicho desde aquí muchas veces: parece como si el único consuelo de muchos colombianos es que a los otros les vaya mal.

El contratista que perdió un contrato sale en medios a culpar de corrupción al que ganó y al que lo adjudicó; quien es despedido de un trabajo lo hace público no para ofrecer sus servicios sino para decir lo indispensable que era y lo que va a perder quien prescindió de sus servicios; incluso, abogados han caído en esa táctica de perder un caso y culpar al sistema del resultado y no admitir que a veces se puede y a veces no, a entender que en el devenir de la vida no siempre suceden las cosas como nosotros queremos, o deseamos o visualizamos.

Aquel profesor de la Universidad Nacional que decía que un japonés y un colombiano son iguales, tiene toda la razón, la diferencia está en que en el trabajo en equipo dos japoneses suman, en cambio, dos colombianos se hacen zancadilla.

Si una entidad territorial o una dependencia del estado realiza una contratación todos miran donde está el error para calificarlo de delito, y, obvio que las entidades de control y la Fiscalía deben salir a investigar. Pero, es necesario que la gente sepa que investigar no significa culpabilidad, todos tienen derecho a que se presuma su buena fe y su presunción de inocencia como lo establece la Constitución.

Dicho esto, yo creo aún que somos viables como país, a pesar que muchos gobernantes de regiones y municipios pretendan figurar, olvidando que en casos como una emergencia el orden público es de manejo prioritario por parte del presidente; a pesar de que algunos quieran que los privados de la libertad se mueran o enfermen en la cárcel como si fueran ciudadanos de segunda categoría.

Creo que este es el momento para crecer como país, para pensar en el otro, para pensar en darle una oportunidad al humanismo, al sentido social, a la veeduría sin intenciones mal sanas o políticas, a compartir el que más tiene con el que menos, a pensar en el campo, a no pretender que el intermediario engañe al productor y el mayorista al intermediario y el mayorista al consumidor, a que los bancos entiendan que es momento de ayudar y no de enriquecerse.

Es el momento de que si se identificaron o salieron a flote las reales consecuencias de muchas falencias, encontrarles solución a corto y mediano plazo, como ocurre con el hacinamiento carcelario y el trato que les damos a nuestros médicos. Como dice la célebre frase: “para avanzar no es necesario correr, pero sí, no detenerse jamás”.

PD: La JEP contrató recientemente a varios abogados, lo cual celebramos, porque es muy bueno que colegas puedan tener ingresos en estos momentos, sin embargo ¿se contrataron por convocatoria abierta? ¿Quiénes podían participar y donde se publicó la misma? Si fue a dedo, cada día que pasa la JEP nos da la razón a quienes no le vemos razón de ser.