No puedo creer que a alguien no le guste el chocolate. Hace poco conocí a una persona que se negó de raíz a comerse una deliciosa chocolatina Jet, porque no le gustaba el chocolate, y pues no lo juzgo, pero definitivamente no lo comparto, para mí el chocolate hace parte de uno de los placeres de la vida.

Es que además de los beneficios que se le atañen, como subir el ánimo, para mí comerme un chocolate es un tomar un respiro en el día, es detenerme por un instante y gozar del sabor en la boca, sentir como se abren las papilas gustativas y salivar.

Entre mis favoritos se encuentra un chocolate de menta llamado After Eight que hasta hace unos años no se conseguía en Colombia, pero que menos mal ya está disponible en más de un almacén de cadena.

No dejo atrás el chocolate blanco, que también tiene su encanto y claramente la chocolatina Jet, la cual además ha creado una serie de fanáticos alrededor de su álbum de láminas. Tampoco puedo ignorar el chocolate que de vez en cuando acompaña mis desayunos.

Investigando un poco para escribir esta columna encontré que el chocolate es bueno para la salud porque ayuda al desarrollo de los huesos, a generar células nuevas, a reducir la presión sanguínea y a transportar el oxígeno, sin olvidar que ayuda a eliminar las células muertas de la piel cuando se usa en mascarillas (no es que haya probado esta aplicación, pero no sobra conocerla).

Lo que sí es seguro es que protege el corazón y reduce el estrés por generar endorfinas al ser consumido, y debo admitir que con esta excusa me he comido más de un mordisco.

Otro de sus beneficios está relacionado con la memoria, porque según el artículo que leí, es rico en flavonoides, los cuales protegen nuestras neuronas. Puedo asegurar que hasta de pronto mi buena memoria se debe a esto, porque no hay semana en la que no pruebe al menos uno de estos manjares.

Las recetas son todas, ¿qué tal un sándwich de Nutella?, ¿un helado de chocolate?, ¿unas fresas con chocolate?, ¿una dona de chocolate? O ¿una taza de chocolate con queso?, pero no solo en el dulce se encuentra el chocolate. En México el cacao también se halla en el mole poblano, una especie de salsa que usan en varias de sus recetas. Se que me van a criticar que esto no es chocolate, pero la base es la misma, el cacao.

Yendo un poco más lejos y metiéndome un poco en la economía, el cacao y los chocolates en Colombia han comenzado a tener mayor importancia ya que muchos exproductores de cultivos ilícitos entraron en programas de sustitución en donde la alternativa era esta semilla. Por esto, Colombia ya ha ganado varios premios internacionales por la calidad de sus chocolates.

No siendo más los invito a tomar o comer chocolate, por ejemplo, todos los domingos en el desayuno deleitarse con una taza de chocolate en agua o leche.