En estos días, la Sala Penal de la honorable Corte Suprema de Justicia está escogiendo magistrados para poder reemplazar a los que cumplieron su periodo.
Esta elección, así como la de miembros de las otras salas, es de vital importancia para el país, primero, porque los procesos no van a la velocidad requerida creando inseguridad jurídica y, segundo, porque sin la Corte completa la elección del Fiscal General se hace casi imposible.
Como abogado siempre he seguido el consejo de mi padre: “a un problema que te consulten busca primero la solución en tu cabeza, que después aparece el sustento normativo y jurisprudencial”, consejo que año tras año le doy a mis alumnos y que aplico disciplinadamente. Es en eso en lo que ha radicado el éxito, poco o mucho, que he tenido profesionalmente. Obviamente esa resolución primaria es posible solo después de haber leído mucho de todo, visto cine, observado arte y sobre todo vivido la vida, la de un ciudadano común.
El valor de la jurisprudencia depende de quién la emita y con esto no me refiero al órgano (Corte, Tribunal, Juzgado, etc.), sino a la persona que la emite: entre más humanista y alejada de motivos diversos a los demostrados en el expediente, será mejor. Precisamente por esto es por lo que ojalá la Corte Suprema elija magistrado para la Sala Penal a Francisco Bernate, no porque sea mi hermano, mi amigo (se deberá declarar impedido en mis casos), sino porque el doctor Francisco (quien si tiene su título de doctorado de verdad) representa todo lo que uno debería buscar en un buen juez: creatividad jurídica, apego a la justicia y a la prueba, serenidad, don de gente, conocimiento del derecho, de la vida, del mundo y de la música. Autor de 21 libros, profesor por concurso de la Universidad del Rosario, investigador, pero sobre todo un humanista.
Frente a la terna para fiscal, los litigantes sólo pedimos una cosa: que no existan más fiscales como el que pidió la captura y medida de aseguramiento para la hija de Ayda Merlano. Necesitamos una persona que luche contra el delito respetando las garantías y derechos fundamentales. En conclusión, el país requiere, está urgido, de magistrados y fiscales que tengan el valor de NO capturar por la presión social, la valentía de precluir (así se dañen las estadísticas) y el coraje de pedir el presupuesto necesario para que cada juez y fiscal de Colombia pueda ejercer su trabajo dignamente. ¿Será mucho pedir?
El nuevo fiscal tiene un reto más: la reforma real del sistema acusatorio, la demora en los procesos puede disminuirse eliminando la imputación, dotando de tecnología a los fiscales, para que todo el tiempo que pierden en filas se ahorre radicando desde sus despachos. El reto mayor es celeridad con garantías, sin ceder ante presiones.